Elección de Fiscal General debe ser transparente

Aunque de manera provisional, la CC zanjó la discusión que ha dividido a juristas, organizaciones projusticia y dirigentes políticos sobre cuando vencía el período de Paz y Paz.

La polémica se dio porque Paz y Paz sustituyó en diciembre de 2010 a Conrado Reyes en el cargo de jefe del Ministerio Público, seis meses después de que aquel había asumido el cargo.

Hasta ahora, unos defendían la tesis de que Paz y Paz debería tener un período de cuatro años exactos al frente del MP, mientras que otros decían que ella simplemente continuaba con el plazo iniciado por Reyes.

Ahora, la CC ha puesto punto final, aunque provisionalmente, al tema, al indicar que Paz y Paz, quien podría aspirar a la reelección, termine este período en el sexto mes de 2014.

Entonces, es al Congreso al que corresponde integrar la Comisión de Postulación, definir los procedimientos y parámetros de los aspirantes y escoger a los seis candidatos que presentará al pleno del Legislativo para que sea el Ejecutivo el que defina la nueva designación.

Este proceso, obviamente, deberá ser supervisado y vigilado con lupa por las organizaciones de la sociedad civil, pues no puede quedar ninguna duda de que el o la nueva Fiscal General sea una persona preparada y sin una sola mancha, comprometida a fondo con la justicia, así como el combate a la impunidad.

En eso no puede haber ninguna duda. El país debe avanzar, y nunca retroceder, en la construcción de un sistema de justicia que, poco a poco, les devuelva la confianza y la credibilidad a los ciudadanos.

Bien sabemos que grupos del crimen organizado, del narcotráfico o de políticos que buscan perpetuar la impunidad podrían intentar meter las manos en el proceso de postulación y elección, máxime si se trata de un puesto como el de titular del MP, institución clave en cualquier nación democrática.

Los medios de comunicación, la sociedad civil y las instituciones de justicia deben garantizar que la nueva elección se realice a la luz del día y sirva para hacer crecer las esperanzas de que, en verdad, aunque con dificultades, estamos avanzando.