“Oficinita” confirmada

No me extraña, entonces, que muchos de los comentarios a mis artículos aquí en Siglo.21 estén seguidos de una larga colección de comentarios atacándome. Presumo, tengo hipótesis, me imagino de dónde podrían salir esos comentarios.

Pero no solo lo hace presuntamente el Gobierno. Los mismos partidos competidores desde Payazón hasta “La Arañita”, pasando por “El Sipi”, “Canela”, y “Barney Ahh, Lejos”, hacen los mismo. Todos tienen sus “call centers”, que ahora serán, digo yo, “multi-media center”.
Y desde ahí nos atacan, desde ahí nos calumnian, desde ahí nos injurian, desde ahí nos levantan falsos, “sin dar la cara y el nombre”.

Las “Oficinitas”, como se les conoce en el caló periodístico, son entes conformados por gente bien pagada, la mayoría jóvenes, algunos muy hábiles para el uso de las “redes sociales virtuales”, pero también muy ingenuos en su uso. El problema de quienes ahí laboran es que tienen muy pobre criterio (desde hace años se habla de una presunta “Oficinita” tanto en la Muni, repito presunta, tanto como otra presunta en la zona 12, allá por Monte María).

La cantidad de “perfiles falsos” que estas “Oficinitas” generan es enorme, y, oh casualidad, todos los perfiles para alabar, sea a quien esté en el poder, sea a quien quiera el poder, sea a quien les pague. De hecho, si uno buscara entre los “seguidores” del Presidente o de la Vicepresidenta, rápido se percataría de que la mayoría de perfiles han sido de reciente creación con nombres absurdos y con datos increíbles, más falsos que una moneda de tres quetzales.

Y la oposición no se queda atrás. Por ejemplo, a mi artículo criticando el “copy-paste” de Payazón rápido saltaron “liebres” y víboras defendiendo a ese su padre. Tengo mis sospechas.

El diario Prensa Libre, según me explica uno de sus más leídos columnistas, bloqueó la posibilidad de hacer comentarios a los artículos de opinión precisamente porque en apariencia estas “Oficinitas” funcionaban como relojitos suizos en la refutación, los debates y la expresión de los lectores, de manera que ya no se podía distinguir entre una reacción legítima de lector bueno de una patraña de “call center” o de “Oficinita”, pues.

Pregunta: ¿Es ilegal que el Gobierno se haga propaganda? ¿Sería ilegal que el Gobierno se genere “opinión positiva”?

En otros países, principalmente entre los desarrollados, esas actividades pro-gobierno están prohibidas, aunque mantienen maquinarias de comunicación social muy eficientes, además de buscar buenas relaciones con los medios de información independientes.

Desde el Gobierno, ahora confirmada ya, hasta la oposición, todos tienen sus “Oficinitas”. Si las usan para atarnos a los periodistas, está todavía por confirmarse, aunque yo sospecho de todos, estén o no en el poder.

Me disfrutaré los comentarios a este artículo. Funcionen, pues, “Oficinitas”, que para eso les pagan. Pero den la cara y el nombre, como yo lo hago. Güicoyones son.