Guatemala fue mencionada por la percepción de ser uno de los países más corruptos del mundo, dada la constante denuncia pública y en voz baja de casos de corrupción. Algunas autoridades, funcionarios y empleados públicos y privados se esfuerzan por aparentar lo que no son, escondiendo ante la opinión pública sus vínculos con actos que dañan al erario nacional, afectando la disponibilidad y calidad de los bienes y servicios públicos. Son, como diría nuestro señor Jesucristo, sepulcros blanqueados, limpios y recién pintados por fuera, pero en descomposición, hediondos y putrefactos por dentro.
Ayer 9 de diciembre, Día Internacional de Lucha contra la Corrupción, Ban Ki-moon, Secretario General de la ONU, expresó: “la corrupción impide el crecimiento económico al elevar los costos y socava la gestión sostenible del medio ambiente y los recursos naturales. Asimismo, quebranta los derechos humanos fundamentales, agrava la pobreza e incrementa la desigualdad al desviar fondos de la atención de la salud, la educación y otros servicios esenciales. Los efectos perniciosos de la corrupción los sienten miles de millones de personas en todo el mundo. Es fruto de la actividad criminal, el mal funcionamiento de las instituciones estatales y una débil gobernanza”.
Recientemente se aprobaron dos piezas legislativas que, si las instituciones obligadas hicieran su labor, podría avanzarse en esta lucha: el Decreto 31-2012, Ley Contra la Corrupción, y el Decreto 13-2013, Ley por la Transparencia con reformas a las leyes orgánicas del Presupuesto, de la Contraloría General de Cuentas (CGC) y de la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT).
Si se quisiera enfrentar a este monstruo de las mil cabezas, los entes contralores del Estado tendrían que actuar con valentía, decisión y diligencia, desde la CGC, SAT, IVE, MP y tribunales, bajo un liderazgo al más alto nivel, aun cuando tengan la cola machucada por conocidos, parientes o amigos. El buen ejemplo es el mejor antídoto contra el virus de la corrupción.
Falta mucho por hacer, pero si se aprovecha el andamiaje legal vigente, como las leyes contra el Crimen Organizado y de Extinción de Dominio, incluyendo figuras como escuchas telefónicas, colaboradores eficaces o transacciones financieras inusuales y sospechosas, podría darse un vuelco en la percepción nacional e internacional sobre la persecución de la corrupción en Guatemala.
Publicado el 10 de diciembre de 2013 en www.prensalibre.com por José Alejandro Arévalo Alburez http://www.elperiodico.com.gt/es/20131210/opinion/239392/
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