sea invisible a los ojos del mundo o, sencillamente, porque murieron al dar a luz o fueron asesinadas.
Hoy, en la historia de Cristina Siekavizza, he sentido que no solo es casi seguro que ella esté muerta, sino que resulta que su supuesto asesino termina siendo compadecido por un sistema acostumbrado a las madres ausentes. Y lo peor de todo es que es posible que la hija de Cristina haya preguntado, por ejemplo, cuándo verá a su mamá o cuándo vuelve de los Estados Unidos.
La guinda de este pastel del horror sería que los hijos de Cristina creyeran que su madre los abandonó y que su padre es el héroe de la película. De ser así, las psicólogas encargadas de acompañar a los niños en este proceso de recuperación, tendrían que comenzar por trabajar la mentira del abandono para luego pasar a la verdad de los hechos.
Una cosa es el amor que puede haber entre madres e hijos o padres e hijos, independientemente de las historias personales de unos y otros, y otra muy distinta es el rasero de la justicia por donde ha de pasar un asesino. La justicia es lo que nos cose como ciudadanía. He oído decir a muchos que al fin y al cabo la madre del supuesto asesino, Roberto Barreda, ex magistrada de la Corte Suprema de Justicia, lo que hace al proteger a su hijo es amarlo incondicionalmente. No estoy de acuerdo. ¿No saben que, habiendo sido encargada de aplicar la ley, esa mujer está defendiendo la impunidad y condenando a cientos de inocentes que ella juró defender al graduarse como abogada?
No se vale usar esta excusa para dejar libre a un supuesto asesino y, encima, considerarlo buen padre solo porque cuidó a sus hijos, les dio alimento y educación. Esa es la mínima obligación de los padres y las madres cuando traemos hijos al mundo, no una acción heroica. El hecho de que el cuidado haya estado tradicionalmente en manos de las madres, no quiere decir que un padre que lo ejerce sea un héroe. Sobre todo si ese padre es el sospechoso de haber dejado a los niños sin su madre, reproduciendo siglos de un sistema que se levanta sobre la maternidad, pero mata tantas veces a la madre luego de haber traído los hijos al mundo.
De ser cierta la historia sobre la percepción de abandono que podrían tener los hijos de Cristina, estaríamos acudiendo a un caso de crueldad absoluta. A lo mejor ellos no dicen nada porque aún son pequeños y estaban llevando una vida hasta cierto punto “normal”, pero más tarde que temprano se darán cuenta de que a su madre la mataron dos veces.
Publicado el 14 de noviembre de 2013 en www.prensalibre.com por Carolina Escobar Sarti http://www.prensalibre.com/opinion/madre-ausente_0_1029497059.html
No Responses