Para ultra dummies

Estuardo Zapeta

Los políticos son dummies. Primero, no entienden de economía, y, segundo, supeditan las decisiones económicas a sus calenturas políticas. Y, vea usted los desastrosos resultados de ese método de acción. (De hecho, son tan dummies que me pregunto si entenderán qué significa “dummies”).

Y es que, como explicó Wilhelm Röpke en su libro La teoría de la Economía, la “división del trabajo”, uno de los conceptos fundantes de la economía moderna, no tiene una mano, un caporal, o un capataz que la ordene, pero siendo así logra más y mejores resultados que cuando los políticos meten sus asquerosa, mugrientas, corruptas e ignorantes “cucharas” en el proceso económico.

Pero es ahí donde los políticos se meten, en los diferentes procesos naturales y espontáneos de la producción misma, que terminan atrofiando el proceso y encareciendo los productos.

Röpke explica que las ventajas de la “división del trabajo”, entre muchas, pueden enumerarse así: 1) “la división del trabajo permite la especialización de todos y cada uno en aquella actividad que mejor se acomode a sus aptitudes . . . 2) brinda la ventaja de poder concentrar la producción de cualquier bien donde más adecuadas sean al respecto las condiciones naturales (léase, división “internacional” del trabajo, énfasis mío) . . . 3) solo la especialización permite el pleno desenvolvimiento de las aptitudes y la acumulación de experiencia que distinguen al especialista del simple aficionado . . . 4) ahorra la pérdida de tiempo que suele ir unida al paso de una clase de trabajo a otra . . . 5) permite la utilización, en la escala más amplia posible, de herramientas, aparatos y máquinas . . . ”

Los dummies, digo los políticos, afectan este proceso imponiendo desde pesadas cargas tributarias a la productividad, hasta la imposición de engorrosos trámites burocráticos que van paralizando y mermando a los participantes del sistema productivo.

Eso se explica desde el ángulo que el político NO PRODUCE nada más que costos, burocracia y corrupción al sistema; por lo tanto, sabe que su mejor apuesta está en intervenir artificialmente el proceso de división del trabajo, y cree en su estupidez que a más intervención, entonces, más ayuda al proceso. Bien nos ilustra Hernando de Soto en El Otro Sendero, clásico de los estudios económicos latinoamericanos, que es la burocracia (peruana en su caso) la que interviene queriendo con sus normativas “ordenar” la natural y espontánea división del trabajo, y con eso jode a los más necesitados y a quienes empiezan en el proceso productivo.

De hecho, esa intervención estatal por parte de los políticos dummies en la natural división del trabajo es una de la razones, sino la principal, del nacimiento, desarrollo y crecimiento de la economía denominada “informal”.

Röpke distingue también dos “divisiones” del trabajo uno, la “horizontal”, lineal agregaría yo, y es la que estamos acostumbrados a estudiar; y, dos, la “vertical”, o sea “el desborde” en la producción de herramientas, maquinarias, insumos, materias y todo el crecimiento colateral de un bien o servicio.

A ese denomino yo la expansión virtuosa de la división del trabajo.

Artículo publicado en el diario guatemalteco Siglo 21, el día martes 12 de noviembre 2013.

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