Ante la mirada de una ciudadanía cada vez más perpleja, lo peor de todo es la actitud mantenida a pesar de las recomendaciones de la Corte de Constitucionalidad. Ya se pronunció en el sentido de ordenar que las sesiones para integrar la junta directiva se realicen diariamente hasta llegar a un acuerdo. Se ha hecho, pero han sido inútiles.
Ante esto, amplios sectores ciudadanos se han unido al clamor de los ciudadanos interesados en el buen funcionamiento del país, que reclaman una actitud distinta. El sistema de justicia de Guatemala, en su nivel de jueces y de magistrados de salas, tiene el problema de sufrir la desconfianza popular. Pero cuando ocurren actuaciones de la Corte Suprema de Justicia como las que criticamos hoy, se afianza el convencimiento de que los poderes y las instituciones del Estado son manejados de acuerdo con criterios e intereses personales, aunque en el caso que nos ocupa pudiera haber algunas razones para explicar la férrea posición de los dos grupos que se disputan la presidencia.
Lo ocurrido comprueba, además, que en Guatemala quienes llegan a un puesto técnico-jurídico-político, como es una magistratura de la CSJ, lo hacen sin tener ni procurar una actitud de ver hacia el horizonte social, donde se encuentran los ciudadanos que solo ven con estupor lo que ocurre dentro de ese poder del Estado. En teoría, los magistrados deberían ser electos porque se trata de abogados que tratarán de que se cumpla con la letra y el espíritu de las leyes. En la realidad, resultan personas que tienen entre sus objetivos interpretar las leyes según los intereses específicos de quienes han contribuido para que ocupen los cargos.
El empantanamiento actual de la CSJ tiene otros numerosos efectos que van más allá de la elección de quien la preside. Por ejemplo, en la confianza ciudadana, y sobre todo de las personas extranjeras que quieren hacer inversiones o colaborar de alguna manera con el desarrollo del país. Es terrible la combinación de inseguridad jurídica, aunada a la evidencia de que la máxima corte del país puede pasar 29 sesiones consecutivas sin llegar a acuerdos sobre quién la preside, no por el hecho en sí, sino por lo que se puede deducir de actitudes de esa línea.
Finalmente, conviene señalar que lo ocurrido en la CSJ es un reflejo de lo que pasa en el país, en general, donde es muy difícil y a veces tan imposible, como en este caso, llegar a acuerdos, ceder en las posiciones en aras del bien común. La experiencia señala que, cualquier cosa que se les diga a los magistrados, no tendrá efecto. Solo queda rogar porque los magistrados comprendan los efectos de su actitud y actúen de otra manera.
Publicado el 05 de noviembre de 2013 en www.prensalibre.com por Editorial Prensa Libre http://www.prensalibre.com/opinion/empantanada-increible-CSJ_0_1024097606.html
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