Los hijos de los migrantes guatemaltecos

Es indispensable que se salve a las futuras generaciones .

Quiero agradecer el privilegio de ser invitado nuevamente por elPeriódico para poder regresar a emitir opiniones a través de esta columna. Espero poder aportar, muy humildemente, a generar diálogos abiertos que busquen el tan anhelado bien común para nuestro país. Estamos en una época en donde más que nunca se requiere que opinemos y comentemos, para que podamos vencer esa apatía y la desesperanza que parece apoderarse de nuestro diario vivir.

 Pudiéramos decir que durante la última década nuestro país ha resuelto muchos de sus momentos más difíciles gracias a miles de guatemaltecos que, poniendo en riesgo el activo más preciado que tienen, su vida, envían millones de dólares en remesas a sus familiares. Muchos de los beneficiados son padres o hermanos, pero un gran número son hijos. Son niños que han quedado al cuidado de alguien más, mientras sus padres deben ir a buscar fuera lo que aquí hemos sido incapaces de ofrecerles, una oportunidad de tener un mejor futuro.

 La familia, como núcleo, repercute directamente en el funcionamiento y comportamiento de la sociedad. Es a través de esta relación que se logra enseñar la convivencia social y fomentar el autoestima y el sentido de pertenencia. Es por eso que se vuelve un verdadero problema para el desarrollo del niño cuando este proceso es eliminado por la emigración de uno o ambos padres, ya sea al extranjero o dentro del territorio nacional. Esta situación pone en riesgo a niños que ante la falta de orientación, protección y atención, son más susceptibles a involucrarse en actividades prohibidas o perjudiciales para su salud, así como a ser víctimas de personas que abusan de ellos. Es de suma importancia iniciar con un verdadero proceso de cuantificación e identificación del problema, ya que no se puede hablar de una solución o reparación sin saber cuántos niños son vulnerables por culpa de nuestras deficiencias como país.

 Es fundamental hacer algo hoy, para evitar las consecuencias en un futuro tan cercano como son quince o veinte años. Es muy triste aceptar que los problemas actuales no se pueden resolver fácilmente, pero hay que empezar por evitar que sigan creciendo. Muchos de los niños de migrantes actuales crecerán con problemas como los anteriormente descritos, y es una tragedia inevitable. Pero por eso es indispensable que se salve a las futuras generaciones de este flagelo, ya que no podemos permitir que sea la soledad la que guíe el futuro de Guatemala. Ya hay miles de guatemaltecos que se han sacrificado por nosotros. Les debemos el hacer todo lo posible porque su sacrificio no sea en vano. Negarles ese reconocimiento es no darles su lugar, y mantener el estigma de que son los que se fueron. Sobre todo porque realmente están más presentes que nunca al mandarnos su apoyo económico por las oportunidades que aquí no fuimos capaces de darles.

 
Publicado el 04 de octubre de 2013 en www.elperiodico.com.gt por J. Rodolfo Neutze
 http://www.elperiodico.com.gt/es/20131004/opinion/235585/

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