Haga su trabajo señor López Bonilla

El gobierno actual conducido por partidarios del nefasto PP,  los mismos que hace unos años criticaban aireadamente este tipo de medidas, no tiene perdón porque después de ver el fiasco que resultó la bendita prohibición de dos en moto,  hace una lastimosa decisión al aplicar medidas con las mismas características que no podían sino tener los mismos pobres resultados que en el pasado.

El día de ayer en la Avenida la Reforma y 10 calle aparentemente un automovilista al que intentaron asaltar desenfundó su arma y se encargó de hacerle justicia legal, la de la legítima defensa, al ladrón que trató de sorprenderle en el mencionado sector.  Digo justicia porque nada menos que eso merecen los seres haraganes que viven su vida a base del esfuerzo de otros.  Hechos como estos deben de pesar en la conciencia de los funcionarios públicos a los que entregamos un mandato para proteger nuestras vidas y nuestra propiedad.

Exijo como mandante de este noble pueblo que el señor Ministro de Gobernación sea diligente y ordene colocar a los pocos elementos policiales necesarios para controlar estos casos en las calles y avenidas de la ciudad que están plenamente identificadas desde hace muchos años. Simplemente no es posible que los funcionarios clave de este gobierno actúen con tal incapacidad y desgano ante la solicitud de miles de guatemaltecos que lo único que pedimos es poder salir a las calles a trabajar dignamente sin que miserables desdichados nos amedrenten.
Claro está que el aparato judicial de nuestra nación tiene diagnóstico de muerte y resolver esta situación es complejo por el grave nivel de impunidad con el que vivimos desde hace muchos años pero eso no justifica que el señor López Bonilla no pueda poner a tres pelones a ver cámaras de seguridad, conformar un pequeño grupo de inteligencia y un escuadrón de policías a hacer presencia en unas cuantas avenidas y calles de esta metrópoli para reducir la incidencia de los golpes que estos desgraciados nos dan a diario. La idea, señor Ministro, es que los delincuentes puedan percibir que existe algún pequeño chance de pagar con una simple detención y un espurio encausamiento legal por sus actos.

Mientras tanto, nosotros los ciudadanos, como no sea el buen conductor que acabó con la vida de este ladrón al defenderse, no pasamos de comentar nuestra desesperación con colegas, amigos y familiares sin exigirles a nuestras autoridades que actúen con dos dedos de frente. Hemos llegado al colmo, en nuestro estado de desesperación, de apoyar y celebrar nueva legislación que lejos de atajar el problema restringen las libertades de los honestos y trabajadores.  Nuestro gobernante, por su parte, vende ante el pleno de las Naciones Unidas castillos en el aire y elefantes blancos que no se los cree ni el mismo. Qué lástima da ver que de momento, tal película del oeste, la única solución que encontremos es la de tomar justicia por propia mano.