De niños recorríamos la colonia en bicicleta. Los riesgos estaban en rodillas vestidas de costras, como trofeos de honor. Ir a la tienda de la esquina para comprar “coloricos”; jugar “chiviri cuarta” hasta que la voz de la autoridad se colaba por la ventana que daba a la cuadra, para obligarnos a entrar. De niños nos perdíamos en los barrancos para tocar el río con los pies, siempre más frío que la calurienta mañana de domingo. Con la abuela viajábamos hasta la Virgen, a cambio de esos panitos miniatura que suelen aparecer en octubre.
Recientemente se celebró el “día del niño”. ¿Celebrar “el día” de la población más abusada del país? Entonces esos recuerdos felices que llevamos atados en algún lugar de la conciencia, vuelven a lucir.
Las condiciones de gran parte de la población infantil y adolescente son cada vez más brutales. La discriminación (activa) azota a la mayoría de niños que deambulan a la deriva, en una sociedad desencajada. Muchos han sido víctimas de balas perdidas; 73 han muerto de hambre durante este año (los que se saben); un altísimo porcentaje son utilizados para “narco menudeo” cayendo fácilmente en la drogadicción prematura. La mitad de la población infantil padece de desnutrición crónica. El índice de niñas embarazadas es aterrador. Las noticias de abuso sexual a menores, se incrementan siniestramente. Los datos de infantes trabajadores (bajo graves riesgos) son aterradores; la deserción escolar no escampa, y la cobertura ha bajado en los últimos años. De refacción, útiles y aulas, ¡ni hablar! Los niños sicarios rondan con la muerte a sus espaldas, y el tema de la “trata” es exacerbado. Se roban a los bebés de los propios hospitales, y un número impensable de menores han sido ultimados por infelices criminales, como si pagaran con su vida el “pecado original”. Muchos han presenciado muertes, linchamientos y abusos de toda índole. Y gran parte se involucra en maras, como único camino para vivir. ¿Y la prevención?
Otro tipo de discriminación (pasiva), es también alarmante. La mayoría de niños no encuentran respuesta para desarrollar libremente sus talentos. Quienes traen la música en la conciencia, quedan descartados. Las academias de arte, gratuitas, no se dan abasto; los espacios para deporte en áreas rurales son invisibles, y ni la escuela les garantiza culminar secundaria. Ah, y ya no hay parques frondosos ni barrancos con río.
Porque en días como este, se hace más difícil olvidar…
Publicado el 02 de octubre de 2013 en www.elperiodico.com.gt por Anabella Giracca http://www.elperiodico.com.gt/es/20131002/opinion/235448/
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