El trueque

“Lo lógico es temerle a las serpientes…”

No nos engañemos. El miedo no nos deja pensar con claridad. Altera lógicas y nos hace vulnerables. Nos paraliza. Acá, muchos hechos macabros rebasan a millones de almas que intentan sobrevivir. Mantenerse a flote. Una vida que transcurre en alto riesgo cotidiano. Sí, hablo del pánico. A que te roben; a que no alcance el gasto ni para la primera quincena; a quedar soterrado en un derrumbe. A que no haya agua; a la eterna cola en el hospital. A que no entiendan tu idioma, a pesar de ser de aquí. A morir de hambre; a que te atropellen; a que te despidan por un recorte de personal; a que te exploten a plena luz del día, sin misericordia. A quedar extraviada en una morgue entre los XX. A que no te den fiado. A que tus hijos no se eduquen; a que te encuentre una bala perdida; a encarar a un muerto tendido en el camino, y verle los ojos ya sumidos en el inframundo. A que machuquen tus costumbres. A no encontrar tu carro donde lo dejaste; a que te extorsionen; a que te secuestren; a que te violen en un callejón, o en una camioneta, ante la mirada indistinta de la gente. A que abusen de un hijo; a la huella que deja una pistola en tu cabeza; a que embaracen a tu hija pequeña, muy pequeña. A que tu madre ya no vuelva; a que se inunde tu colonia; a que la mierda del basurero vecino contamine a tu familia. A que el derrumbe alcance tu casa. A no poder pagar el “impuesto” para seguir en el barrio; a que te roben al bebé; a que el río ya no amanezca en su lugar. A ya no ver verde; a no poder comprar los cuadernos; a que no te alcance para el uniforme de “La Independencia”. A que no pase la camioneta y, si pasa, a que se estrelle contra un muro. A no dejar raíces, ni vida ni memoria.

¡Acá todo puede suceder! Somos un gentío sufriendo ese sentimiento que nos aferra a patas de conejo, estampitas, amuletos, menjurjes y “trabajitos”. Unos cuantos, en cambio, viven de ese miedo, aprovechándose del río revuelto para sacar tremendas “ganancias”. ¿Miento?

Lo lógico es temerle a las serpientes, a las arañas, al Coco, a la Llorona o al Sombrerón. A las burlonas calaveras, al diablo o a los fantasmas. Al purgatorio o al más allá. Lo normal en otras sociedades, es temerle a un día nublado para la fiesta.

Acá, el temor muchas veces está en el vecino, en el pariente, en el humano. En el indiferente. En el político incapaz de cambiar nada.

El día que hagamos trueque: miedo por indignación, algo serio pasará en esta tierra.

Publicado el 19 de Septiembre 2013 en www.elperiodico.com.gt por Anabella Giracca
http://www.elperiodico.com.gt/es/20130918/opinion/234634/

 

Categories:

No Responses

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *