Otra vez, todo quedará como antes. Los deudos enterrarán a sus familiares, la gente se conmiserará de lo ocurrido, pero nada más. Y Guatemala seguirá teniendo un altísimo índice de muerte entre pasajeros de autobuses.
LO OCURRIDO EN el camino a San Martín Jilotepeque, cuando se piensa con alguna profundidad, no puede ser calificado de accidente. Esto sucede cuando coinciden circunstancias inesperadas, cuando alguien se encuentra en el mal lugar en el peor momento. Pero cuando un autobús viaja sobrecargado de manera casi increíble, más de 80 pasajeros en vez de 64, cuando desciende a alta velocidad en un camino lleno de curvas, en realidad se trata de acciones claras de imprudencia temeraria y criminal. Muchas veces está agregada de ignorancia o de conocimiento muy precario de las implicaciones de conducir vehículos, en cuanto a su tamaño, su peso, las condiciones mecánicas —llantas, frenos, etcétera— el tipo de caminos y cómo se encuentran.
CREO NECESARIO REALIzar una campaña para informar a todos los ciudadanos, por ser potenciales usuarios del transporte, acerca de su derecho a ser llevados de un destino a otro sin romper las leyes de tránsito. Me refiero a instar a los pasajeros a gritar al conductor y exigirle disminuir la velocidad, por ejemplo, o dejar de rebasar a otros vehículos en curvas. En otras palabras, a “amotinar” a quienes se encuentran en el interior del autobús o el microbús y este comienza a ser conducido de manera irresponsable y por lo tanto muy peligrosa. También se puede combatir de esa forma la ebriedad de los pilotos, uno de los factores causantes de más accidentes en cualquiera de los diferentes tipos de transporte pesado y de pasajeros.
LA POLICÍA PUEDE AYUdar a los pasajeros por medio de dedicar un número de teléfono al cual se pueda presentar quejas en el momento de las infracciones, para lo cual pueden ser muy útiles los teléfonos celulares. En otros países, a los autobuses se les colocan impedimentos para impedir el manejo a una velocidad mayor a la permitida. En otros casos tienen un medidor de la velocidad, a la vista de los pasajeros, y aunque existen formas de descomponerlos, se convierten en una forma de ayudar a la reducción de los accidentes. Empoderar a los pasajeros puede ser un efectivo aliciente para evitar los abusos de quienes se colocan tras el volante y no entienden o no quieren entender el peligro tanto para ellos como para el público usuario.
ESTE ACCIDENTE PROVOcó pagos de indemnizaciones por un poco más de cuatro millones de quetzales, porque la empresa propietaria del autobús cumple con la adquisición de seguros. Es algo, por supuesto. Pero la meta principal debe ser reducir los accidentes gracias al convencimiento a los choferes del riesgo implícito en conducir transporte pesado o de pasajeros, y a estos convencerlos de su derecho a no poner su vida en peligro cuando aborden una unidad de transporte extraurbano, sobre todo. Mientras esto no ocurra porque no se hacen los esfuerzos necesarios, los accidentes de docenas de muertos y heridos permanecerán como una prueba de los riesgos a la vida derivados del subdesarrollo, ejemplificado en esta irresponsabilidad.
Publicado 11 de Septiembre 2013 en www.prensalibre.com por MARIO ANTONIO SANDOVAL http://www.prensalibre.com/opinion/derecho-viajan_0_991100897.html
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