En el primer caso, hombres armados irrumpieron en una venta de licor, en San José Nacahuil, San Pedro Ayampuc, del departamento de Guatemala, y dispararon contra los clientes y personas que se encontraban en las cercanías. Hay varias versiones sobre los motivos del hecho, explicado como la acción de delincuentes de la mara 18, pero vecinos del lugar señalan la participación de otro tipo de hechores.
Ayer murieron 43 personas y 37 salieron heridas al caer un autobús recargado de pasajeros en un abismo de aproximadamente 200 metros de profundidad, cercano a San Martín Jilotepeque, Chimaltenango, a donde se dirigía el vehículo luego de haber salido de la cabecera departamental. Algunos sobrevivientes señalaron que el automotor viajaba sobrecargado y que esa fue la causa de la falla en el sistema de frenos a la que las autoridades atribuyen la mortal precipitación de la unidad.
En la matanza de Nacahuil se comprueba de nuevo la facilidad con que individuos con armas de grueso calibre, confiados en la impunidad, actúan sin que sea posible, realmente, proteger a los guatemaltecos. El Ministerio de Gobernación investigará el hecho, pero en vista de la experiencia, es muy difícil que pueda aclararlo, pese a que no ocurrió en un lugar lejano, sino en la frontera de la zona 6 capitalina con San Pedro Ayampuc, uno de los municipios donde menos se muestra el efecto de la cercanía a la ciudad.
El camionetazo trae de nuevo el tema de la irresponsabilidad con que manejan los pilotos del transporte de personas. Las autoridades deben hacer cumplir las leyes que regulan la velocidad, el número de pasajeros y las condiciones para que alguien pueda adquirir una autorización para manejar. Pero también urge una campaña dirigida a que los usuarios conozcan su derecho a no viajar en autobuses sobrecargados ni conducidos a excesiva velocidad o con maniobras que los pongan en riesgo tanto a ellos como a quienes se movilicen en otros vehículos.
Dos casos distintos que tienen como factor en común el haber provocado el dolor y afectado la vida de docenas de familiares de las víctimas. Sucesos como este último comprueban que la mayoría de los accidentes no son fortuitos ni producto de la mala suerte, sino son el resultado de una serie de acciones de irresponsabilidad, de descuido o de ignorancia sobre, por ejemplo, cuánta distancia recorre un vehículo antes de detenerse y cómo el sobrepeso y las llantas lisas contribuyen a empeorar los efectos de estos percances. Mientras eso no ocurra, es imposible evitar que cada cierto tiempo sean enlutados los hogares guatemaltecos por causas que pudieron ser evitadas, ya que en muchos casos dependen de la irresponsabilidad que criticamos de la manera más enérgica.
Publicado el 10 de Septiembre 2013 en www.prensalibre.com por Editorial Prensa Libre http://www.prensalibre.com/opinion/violencia-irresponsabilidad_0_990500963.html
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