Hambre de ganar

¡Bienvenidos campeones!

Bañado en sudor y con el rostro acongojado, nuestro medallista olímpico pidió perdón. “Quizás arriesgué demasiado al pasar de segundo a primero”, afirmó Erick Bernabé Barrondo, sin poder disimular la frustración, después de ser descalificado a las puertas de la meta, en el Campeonato Mundial de Atletismo celebrado en Moscú.

Nuestro atleta de San Cristóbal Verapaz había dejado atrás al competidor ruso y buscaba rematar con paso galopante, pero quizá sí, intentar ganarle a los rusos en su casa, después de que en Londres uno de ellos colapsara por la competencia que Barrondo les montó en el circuito de The Mall, fue exagerar la osadía.

Aunque regresan de Moscú sin medallas, Barrondo y sus compañeros del equipo de marcha cumplieron su misión. Nos llevaron a una competencia mundial de primer nivel y se dejaron la piel en la pista por superar los logros obtenidos. Las marcas de Mayra Herrera y Jaime Quiyuch, quienes se coronaron como los mejores de América Latina, dan testimonio de ello.

A Barrondo y Mirna Ortiz los descalificaron a pocos metros de la meta, pero su pecado, si así se le puede llamar, fue ir con todo, a arrebatar la victoria. Así vale la pena caer.

Nuestro medallista tiene razón: arriesgó demasiado y perdió. Pero solo quien se sobrepone a sus miedos y se atreve tiene derecho al triunfo. Cierto, Barrondo podría haberse conformado con otro segundo lugar, pero tendría que haberse quedado atrás, cediéndole el paso al rival, sabiendo que podía adelantarlo. No se resignó a ser el número dos y ese era su deber. ¿No salió? Pues a la próxima será.

Hay muchas lecciones que los marchistas podrán sacar de esta experiencia, pero lo que no pueden perder bajo ningún pretexto es el arrojo y la audacia de quien sabe que lleva adentro un campeón.

Ahora habrá que apostarle a la tecnología para entrenar con controles biométricos, como hace el resto de la elite mundial de ese deporte. También urge que Guatemala se lance con fuerza a entrenar jueces de marcha, pues nuestros atletas se han ganado ya un lugar en el deporte pero se encuentran en una desventaja colosal.

Cuando tengamos jueces guatemaltecos apostados a lo largo del recorrido de las pruebas de 20k y 50k, con sus tarjetas amarillas listas en la mano, los rusos, los chinos y los italianos tendrán incentivos para ser más justos con los nuestros. Ese proceso debió iniciarse hace años y no se hizo. Lo que no se vale es persistir en el error. Hay que empezar con una primera camada, para que los atletas que vienen atrás, como el sobrino de Barrondo, un adolescente que ya demostró capacidad, puedan cosechar los frutos en las Olimpiadas de 2020.

El mejor marchista de América Latina, el ecuatoriano Jefferson Pérez, ganó el oro olímpico en Atlanta 1996, cuando tenía 22 años. En 2003, en el Campeonato Mundial de París, se llevó de nuevo el oro y estableció la mejor marca del mundo en 20k, que estuvo vigente por cinco años. Volvió a subir al podio en Beijing 2008, cuando tenía 34 años y se colgó la plata. Sin embargo, antes de ello, regresó sin medallas de las Olimpiadas de Sídney y de Atenas.

Nuestro equipo de marcha es joven. Barrondo, por ejemplo, tiene 22 años. Estos atletas tiene por delante 15 años de carrera deportiva. Las próximas citas importantes son los Panamericanos de Toronto y el Mundial de Beijing, ambos en 2015, antes de llegar a las Olimpiadas de Río de Janeiro en 2016.

Con el trabajo adecuado, veremos de nuevo a nuestros marchistas en el podio. Pero para eso, dirigencia y atletas deben perseverar en la disciplina y el rigor, y sobre todo, en el hambre de ganar.

Publicado el 19 de Agosto 2013 en www.elperiodico.com.gt por DINA FERNÁNDEZ
http://elperiodico.com.gt/es/20130819/opinion/232985/

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