Agobiados por la violencia

La violencia delictiva parece no ceder terreno, a pesar de múltiples capturas y la implementación de fuerzas de Tarea y operativos, pero su estela de destrucción, insensibilidad y muerte parece estar hundiendo sus garras sobre áreas que estaban libres de ella, como acaba de ocurrir con el pequeño José Antonio Hernández, de 2 años y 4 meses, quien murió el pasado martes en el Hospital General San Juan de Dios, luego de haber sido víctima de una brutal golpiza que le propinó su padrastro.
 

Es difícil creer que sean tantos los menores que alimentan las estadísticas de violencia en el seno familiar y más que se llegue a niveles de brutalidad en los que se pueda golpear a un niño al punto de causarle la muerte, algo que sin duda solo puede ser parte de mentes enfermas y de madres que también han perdido la dimensión de su responsabilidad, como en este caso, donde el agresor ni siquiera era el padre del infante y seguramente tampoco era la primera vez que lo agredía, ante la complicidad de la progenitora.

Lo más llamativo de estos hechos es que se están volviendo demasiado comunes y evidencian descomposición social, como el caso ocurrido recientemente en El Progreso, donde una anciana fue acuchillada y por alguna razón los malhechores que llevaban secuestrada a su nieta le causaron la muerte, también a cuchilladas, aparentemente porque no toleraron su llanto, lo que hace más dramática la historia porque muestra los niveles de patología de estos criminales.

La muerte de menores parece acrecentarse, y según cifras del Fondo de las Naciones Unidas para la Niñez, al menos uno de ellos muere cada día como producto de la violencia, y esto solo puede ocurrir cuando existen condiciones de clara impunidad y los malhechores saben que pueden delinquir porque no les pasará nada, algo que tristemente se ratifica cuando se ven los casos que terminan en condena, los cuales todavía no llegan a estándares satisfactorios de castigo en una sociedad lacerada por la criminalidad.

Otra prueba lamentable de que en el país se puede delinquir con tanta impunidad es que muchas de esa muertes ni siquiera llegan a ser investigadas, y salvo aquellas donde la denuncia ha contribuido a apresar a los criminales, un gran porcentaje de asesinatos ni siquiera se indagan, obviamente porque son muchos los hechos y escasos los recursos para abrir procesos que frenen los altos niveles de impunidad en el país, lo cual nos mantiene en un círculo vicioso donde los únicos ganadores son los delincuentes.

Se ha perdido tanto el respeto a elementales derechos de las personas que incluso se dio el caso de que delincuentes sustrajeron a una niña de un hospital, lo cual ya es demasiado, sin dejar de calificar de abominables aquellas expresiones de violencia como el abuso sexual, que también afecta a grandes sectores de la población infantil, donde es más difícil castigar a los responsables, porque muchos de esos casos no se denuncian hasta que ya es demasiado tarde, y lo peor es que los victimarios, muchas veces, cuentan con la complicidad de un miembro de la familia de las víctimas.

Publicado el 18 de Agosto 2013 en www.prensalibre.com por Editorial Prensa Libre 
http://www.prensalibre.com/opinion/Agobiados-violencia_0_976702330.html

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