que a su manera y usando todos los recursos a su alcance, incluyendo el asesinato y el incentivo de la cada vez más abierta corrupción y latrocinio del Estado para sus cómplices, se han permitido ocupar el Estado como instrumento para sus fines.
En esta época de la posmodernidad, como le llaman los estudiosos a nuestros tiempos, contemplamos hoy el declive que sufre nuestra vida al echar a perder la nueva oportunidad democrática que desde 1986, en vano, hemos venido intentando para que unos pocos, los mismos de siempre con algunos socios nuevos, continúen haciendo gala del abuso, la prepotencia y la falta de integridad que evidencian ante los males apocalípticos de un pueblo que tolerante aún, contempla el desastre que mentes enfermas e irresponsables provocan desde las instituciones del Estado.
En el Estado hemos pasado del nivel de corrupción más básico —una comisión en las compras por ejemplo— a niveles de corrupción que entregan las riquezas naturales del país a empresas extranjeras a cambio de unos pesos de los cuales, los más son hasta voluntarios porque los magnánimos capitales extranjeros —esos por los que claman algunos sectores oligárquicos— se adhieren a la moda del márquetin políticamente correcto de la Responsabilidad Social Empresarial.
Hemos pasado de simulacros de aplicación de justicia en algunos casos emblemáticos o paradigmáticos a la persecución política con dedicatoria puntual, así como a la limpieza social en las propias cárceles del país, desvirtuando cualquier posibilidad de justicia real, pronta y cumplida que alimente las posibilidades de paz firme y duradera a la cual los ciudadanos tenemos derecho y para lo que financiamos con un presupuesto cada vez más caro una organización que se llama Estado.
De pequeñas coimas para incentivar fallos judiciales a favor de algunos señoritos, hemos pasado a la creativa aplicación de sofisticadas estratagemas que en compadrazgo y apadrinamiento de la comunidad internacional, han impulsado gestiones de aplicación de justicia que en contubernio con la corte celestial han judicializado la política o han politizado la justicia, pero en todo caso, de manera irresponsable han corrompido el sistema de justicia.
Ahora, con pavor y no sin los temores que puede generar la irresponsable carrera para cometer el ilícito de endeudarnos para pagar deudas de obras de dudosa realización, vemos cómo a la solicitud de la bicoca de Q3 mil 500 millones en bonos, se suma también la solicitud para una multimillonaria autorización de préstamos que vendrían, según los expertos nacionales e internacionales a darle un toque de gracia al precario equilibrio económico en que nuestros galanes expertos han sostenido la económica nacional. Esto solamente puede tener el calificativo de Irresponsabilidad, con mayúscula.
¿Hasta cuándo? ¿hasta cuándo seguiremos estoicamente soportando que unos pocos irresponsables e ineptos hagan de las suyas, mientras el hambre, la enfermedad y la ignorancia hacen presa de nuestra gente?
Publicado el 08 de Agosto 2013 en www.prensalibre.com por JUAN CALLEJAS VARGAS http://www.prensalibre.com/opinion/irresponsabilidad_0_970702941.html
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