El aspirante —quien en las elecciones pasadas logró un tercer lugar en la lucha por la alcaldía capitalina, luego de la más larga de las campañas para ese puesto— tiene ahora el problema de que ya no podrá acompañar al presidente a cuanta inauguración de alguna obra esté planificada y cuente con la presencia del mandatario. A su vez, el general Otto Pérez Molina no podrá tener frases elogiosas para su exministro, porque incurriría en un reto abierto a la Ley Electoral y de Partidos Políticos e incluso podría ser objeto de acciones para llevarlo a un antejuicio, hecho que no tendría precedentes.
Otra cuita para Alejandro Sinibaldi es que el Tribunal Supremo Electoral suspendió de toda actividad política a 11 agrupaciones electorales, incluyendo al Partido Patriota, precisamente porque de manera abierta y clara han desobedecido a la ley mencionada en el párrafo anterior. Esto sería una nueva fuente de desprestigio para las aspiraciones del partido oficial por mantenerse en el poder durante un cuatrienio, tarea que nunca antes ha ocurrido en el país, como consecuencia del hastío y la decepción que despertaron todos los partidos que ganaron la Presidencia desde 1986 hasta la fecha.
Si el aspirante patriotista decide dedicarse a recorrer el país, como lo indicó la última vez que se dirigió a una concurrencia en la inauguración de una obra, se colocará en la misma posición del doctor Manuel Baldizón, quien decidió “renunciar” al partido Líder con el fin de hacer visitas similares en su calidad de ciudadano, con el objetivo de que su partido no sufra una suspensión definitiva o lo suficientemente larga como para que no pueda inscribirse.
En vista de la evidente acción de fraude de ley que ello significa, el TSE señaló que tal renuncia no puede darse. Lo mismo ocurriría si Alejandro Sinibaldi tomara esa misma decisión. La disyuntiva es realizar esta ilegal acción, o quedarse en su casa, en espera de que la campaña sea convocada y comience de manera frontal el proceso previo a las elecciones.
Ha sido evidente que entre los patriotistas no ha existido unidad en cuanto al aspirante oficial. Las fricciones con la vicepresidenta fueron varias, y no fueron limadas totalmente ni con la presentación pública de ambos funcionarios, sonrientes y con bromas que pueden ser contraproducentes, como el famoso fisiquinazo, de hace algunos días, causante de una lluvia de críticas en la prensa y sobre todo en las incontrolables redes sociales.
Todo parece indicar que el exministro aún tiene mucho camino por recorrer para poder ser considerado un aspirante fuerte a la Presidencia. Su futuro inmediato y cercano deja lugar a muchas dudas.
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