Y a continuación un pueblo común. Con eneros y septiembres, geranios de maceta y petunias de jardín. Parque de cinco bancas y un gran árbol de guayacán. El cementerio, reposado en la colina, tapa con sus tumbas de colores la vista que da al mar. ¿Y los fantasmas?, fantasmas pocos hay, porque los motivos de su muerte natural los dejan descansar en total serenidad. Habita una pila de ocho lavaderos, en cuyo centro posa perpetuamente un pescado de hormigón. Cuenta con sastre, maestro de sindicato, peluquero y una banda que alguien olvidó. Sus puestos de mercado, con jocotes, palanganas, mangos verdes (rojos y amarillos), cascarones y jabón, deambulan libremente por domingos al azar. Balnearios con garita, cinco cisnes y un tamarindal.
Como todo pueblo tiene chuchos flacos y un mono que siempre es novedad. Un “te amaré por siempre”, en el muro principal. El borracho arrinconado, la cantina con cortina, y los chismes de tradición. Un caso de suicidio, tres ahogados y una muerte por amor. Dos poetas, marimba, tiendas de chupetes, panes y gelatinas en el mostrador. Un local de licuados y un vendedor de helados. Tempestades de la tarde que anuncian con sus gritos la hora de cenar. Ah, y las carretas de pollo frito con aceite de anteayer.
No falta el zapatero, el carnicero y aquel puesto de fotos con paisaje de escoger. El marchante de las mañanas dice ser gitano por pura novedad, para vender sus colchas de franela decoradas y sartenes de teflón. La patrona del pueblo es una virgen milagrosa, que luce sus exvotos con orgullo y pasea majestuosa en procesión. Sin corona, con encajes y almidón. No faltan rezadoras ni niños que hagan siesta columpiados por una tibia modorra invernal. ¡Vaya pueblo milagroso! ¡Vaya imagen fantasmal!
No dude usted que a los miles que asesinan al año en Guatemala, los matan además con los hijos que hubieran podido tener. ¿Y los hijos de los hijos? Quizá hubieran posado en una fotografía con volcanes y un atardecer. Quizá hubieran amado y pintado en la pared. Lamento entonces contarle, que mataron a este pueblo antes de nacer.
PD: Tan solo en 2013 se truncaron las vidas de 87 choferes del transporte urbano y extraurbano de pasajeros, 49 taxistas, 68 conductores de mototaxi y 53 ayudantes. El 2014 arrancó con 24 asesinatos. El año pasado, 522 mujeres fueron asesinadas y, en muchos casos, diseminadas a la orilla de los caminos. En total, 6 mil 72 muertes violentas en 2013.
Publicado el 19 de marzo de 2014 en www.elperiodico.com.gt por Anabella Giracca http://elperiodico.com.gt/es/20140319/opinion/244454/
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