Por supuesto que en el sector de los partidos políticos es donde se refleja más, puesto que a los candidatos no se les exige ninguna escolaridad para postularse a cargos públicos y solo es necesario tener un poco de dinero para comprar una candidatura.
Aparentar cierto nivel de preparación es un valor agregado que puede conseguirse mediante diplomados, licenciaturas y doctorados, abundantes en el mercado. Algunos políticos han aparecido de la noche a la mañana con títulos profesionales aunque no los hayan obtenido lícitamente. Es un secreto a voces.
No hace mucho un diputado fue sorprendido al publicar una columna completa bajo su nombre, en un vespertino, que era en realidad un editorial del diario La Nación, de Argentina. No pasa nada, porque en Guatemala es muy débil la penalización de los delitos de violación a los derechos de autor.
La usurpación de funciones, los copy paste en centros educativos, la impresión fantasma de obras, son hábitos muy extendidos en Guatemala. Es usual que los libros de muchos autores sean fotocopiados en las propias aulas universitarias, donde este servicio ilegal constituye un buen negocio para particulares y hasta de catedráticos.
Lo mismo sucede con los anuncios para la elaboración de tesis. Las ventas de los libros son tan bajas, ediciones de un mil o mil 500 ejemplares, cuando mucho, para un escaso público que lee. El analfabetismo real y el funcional nos hacen ser un país con pocos lectores debido a la decadencia de la educación y la pérdida de ética.
La pobreza intelectual y de producción de pensamiento se percibe en todos los ámbitos, fenómeno que incide en nuestro bajo nivel político y por lo tanto en el escaso rendimiento del sistema democrático. Uno va a El Salvador y se encuentra con pocas vallas y no se observa en las carreteras ningún poste, puente o árbol pintarrajeado.
El voto es más responsable y racional. Hay más debate en los medios de comunicación y los políticos confrontan sus ideas y propuestas, de las cuales se nutre el pensamiento del elector para tomar sus decisiones.
En cambio en Guatemala la mayoría de votantes se guía por los colores. El voto se compra con tamales y guaro. Pareciera no estar relacionado, pero la administración pública se conforma con personas preparadas y decentes, o mediocres y ladrones, según el nivel de educación característico de la sociedad.
Por supuesto que hay letrados sinvergüenzas, obtusos burócratas con muchos títulos. Un abogado con su portafolio puede robar más que un ciento de hombres armados, dijo Mario Puzo, el autor de El Padrino.
Pero pasan casos y cosas, flagrantes, y nada pasa. Todo se olvida. Esa es Guatemala.
Publicado el 10 de febrero de 2014 en www.s21.com.gt por Byron Barrera Ortiz http://www.s21.com.gt/mirada-buho/2014/02/10/mediocridad
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