Ayer, el Banco de Guatemala dio a conocer su más reciente informe respecto de la actividad económica en el país, y resulta dramático saber que en apenas 20 meses han pasado de 80.77 por ciento a 36.11 los indicadores relativos a la confianza que tendrían los empresarios para invertir en Guatemala, algo que no resulta extraño, debido a la alta conflictividad que transpira nuestra geografía y también porque las estadísticas sobre inseguridad tampoco parecen dar señales de una mejora consistente.
Pero también contribuyen a ese deterioro la incertidumbre jurídica y la caída en la recaudación de impuestos, cuya nave insignia, la actualización tributaria, ha resultado desalentadora para las finanzas públicas, la cual no estuvo exenta de controversias jurídicas, empezando porque el proyecto aprobado no es el que sigue vigente, debido a las múltiples impugnaciones, ni siquiera el impuesto a la circulación de vehículos sobrevivió como había sido redactado a la presión de los automovilistas.
De hecho, el Banco de Guatemala considera que buena parte de esa pérdida de confianza se registra en la baja recaudación de recursos en las aduanas del país, y eso ha despertado temores entre los inversionistas, quienes no perciben un adecuado manejo de esos fondos ni que haya autoridades capaces de frenar el latrocinio, lo que provoca una falta de ingresos que al final se está buscando resolver con la captación de dinero por otras vías que no son las más adecuadas, porque implican un mayor crecimiento de la deuda pública.
Hay que recordar que las aduanas han sido históricamente una fuente de corrupción, lo que implica que los ingresos seguramente están tomando otro rumbo y el Estado está dejando de percibir millonarios fondos, y solo por ese rubro, que el Banguat calcula en unos Q500 millones, las arcas públicas se quedan vacías, y no se debe olvidar que esa cifra es mucho mayor si se toman en cuenta las millonarias cantidades que pierde el país, debido al contrabando, que ha permitido el enriquecimiento de las mafias enquistadas históricamente en esos puestos.
Muchas de esas actividades ilícitas desembocan en la que mayor daño le causa a la sociedad, y es la corrupción, que se ha convertido en una atroz realidad que se ha acrecentado durante los últimos gobiernos, y por ello no resultan extrañas las capturas de burócratas, como acaba de suceder con varios empleados de la Superintendencia de Administración Tributaria, que están sindicados de haber integrado una banda de robacarros, y eso, al igual que la desaparición de municiones en una base militar de Petén, constituye un golpe certero a la confianza del Estado.
Publicado el 02 de octubre de 2013 en www.prensalibre.com por Editorial Prensa Libre http://www.prensalibre.com/opinion/barreras-inversion_0_1003699651.html
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