Ahora resulta que…

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Al leer y escuchar los comentarios relacionados con la perspectiva electoral para el balotaje, no puedo sino sorprenderme ante la curiosa forma de evaluar las opciones que se plantean para el próximo domingo. 

¿Será que más vale lo viejo conocido que lo nuevo por conocer? Depende. Si lo viejo conocido nos golpeó hasta dejarnos minusválidos, si nos engañó con la oferta de curar males, pero solo despilfarró en la compra de analgésicos para aliviar los dolores, pero dejándonos lisiados, si estafó al erario público con la contratación clientelar e incapaz de producir resultados, si fue el clientelismo para garantizarse aliados lo que motivó la obra social; si proliferaron las plazas fantasmas y la asignación de cargos clientelares; si se irrespetó descaradamente la Constitución Política con maniobras al margen de la ley y se premió a supuestos legisladores dóciles ante los beneficios obtenidos; si se columpió en el endeudamiento nacional para contar con recursos para uso discrecional, y una larga lista de otros males… ¿es lógico el beneficio de la duda?

Creo que cualquier persona objetiva que no se apantalle por la apariencia de las ofertas y que se ocupe en revisar las acciones del pasado va a preferir lo nuevo por conocer.

Y es que, por un lado pareciera que la oscura trayectoria de la candidata Torres queda enterrada ante la fascinación de algunos hacia los planes “técnicamente” elaborados, para quienes pareciera que esa llave mágica descrita en el papel, resolverá los problemas más graves del país.

Pareciera que no importan los efectos nefastos de multiplicar la deuda pública, ni el clientelismo extremo, ni la compra descarada de afiliadas/os a cambio de bolsas solidarias, ni la multiplicación de plazas burocráticas, ni la demagogia y la mentira constante, ni los cuestionamientos al desempeño de sus equipos; en general, como si la desviación de recursos hubiera sido borrada del mapa.

Pareciera que toda la magnífica protesta contra la corrupción se pudiera guardar en una cajita, para abrir camino a las ofertas que complacen a grupos de personas que solo ven el derecho de su nariz, aunque luego resulte que se las tuerzan.

Ahora resulta que para algunos, el candidato Morales, ciertamente novato en cuestiones de Estado, aun cuando evidencia buenas intenciones y convicción para re-encauzar al Estado por la vía de la transparencia y la rectitud, no merece el voto de confianza porque no ha gobernado, como sí lo hizo la “primera ministra”, ya que su tiempo lo ha destinado a trabajar en lo privado para la superación propia y de su familia.

Y hay temas puntuales que vale la pena mencionar. Por ejemplo, ¿es lógico y sensato exacerbar el engaño al que han sido sometidas las comunidades por activistas radicales que se oponen a cualquier proyecto empresarial?

Y cabe cuestionar, ¿será que mantener el énfasis en la tierra abre las mejores oportunidades a las comunidades en el interior de nuestro país? No es más sensato abrir oportunidades a la modernidad y el desarrollo real con oportunidades a acceder el trabajo formal, regulado por ley, que podría ofrecerse si se desarrollaran industrias diversas en esas áreas momificadas en entornos propios de dos siglos atrás?

¿Es honesto alimentar el engaño del que han sido objeto esos ciudadanos por parte de activistas radicales que satanizan cualquier iniciativa para la instalación de empresas nacionales o internacionales que han mostrado ser exitosas, precisamente a partir de sus naciones que son calificadas como desarrolladas?

Es evidente que esos activistas que son incapaces de ilustrar las perspectivas de un cambio, pero muy capaces de engañar, ocultando a las comunidades los beneficios que pueden obtener ellos y el país del aprovechamiento de diversos recursos naturales. ¿O será que en Chile, Perú, Ecuador, la propia Venezuela y varios países europeos se ha empobrecido a la población y no han mejorado sus oportunidades de progreso por los efectos negativos de la explotación de recursos naturales?

¿Dónde queda la verdad y la obligación de poner las cartas sobre la mesa sobre las políticas que sí pueden abrir espacios a la superación de los estratos más pobres del país? ¿Deben quedar esos segmentos estancados para forzarlos a sobrevivir de los “amables” aportes de la “clase política” en el poder?

Por supuesto deben aplicarse las regulaciones requeridas para el control del medio ambiente y supervisar el cumplimiento de las condiciones de trabajo y el desarrollo sostenible. Pero cerrarse a las oportunidades del mundo moderno y dejar momificadas las opciones de vida es cruel y desesperanzador.

Publicado el 21 de octubre de 2015 en www.elperiodico.com.gt por Marta Altolaguirre
http://www.elperiodico.com.gt/2015/10/21/opinion/ahora-resulta-que/

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