País se cae a pedazos y diputados siguen cobrando sin trabajar

Luego de la marcha del pasado 25 de abril, cuando una parte de los capitalinos manifestaron su cansancio por el abuso, la corrupción y la impunidad, era predecible que las instituciones partidarias y principalmente el Congreso tomaran con seriedad sus responsabilidades e impulsaran acciones que permitieran enderezar el rumbo. Pero no, lejos de ello mantienen inalterable la carrera para hacerse del poder, sin adoptar acciones para ganarse la
voluntad del electorado.

Lo ocurrido ayer en el Parlamento es grave y una muestra elocuente de la irresponsabilidad de los congresistas. Durante 28 convocatorias a sesiones, prácticamente de enero a mayo, el pleno de diputados, con Libertad Democrática Renovada (Líder) y Partido Patriota (PP) a la cabeza, saboteó cualquier posibilidad de sesionar (apenas se hizo quórum en cinco), pero este martes, cuando había 109 representantes (casi el 69% de asistencia), la Junta Directiva no alcanzó el mínimo requerido y la actividad legislativa volvió a suspenderse.

Como se evidencia en nuestra principal noticia del día, por lo menos un 39% del pleno suma más de 10 ausencias (de 28 convocatorias), aunque hay casos, en especial de Líder, de congresistas que reportan 21, 20 y 19 inasistencias con argumentos tan poco sólidos como el de una congresistas con 22 faltas que alega “quebrantos de salud”, cuando los medios han evidenciado su constante activismo partidario.

Tanta ausencia injustificada ha despertado las dudas entre los congresistas responsables que sí cumplen o tratan de cumplir con sus obligaciones, quienes abiertamente denuncian que se trata de inasistencias “premeditadas, estratégicas para no participar”, impulsadas por intereses de grupos que se anteponen a los delsw país. Lo peor de todo es que estos políticos son quienes con todo el descaro del mundo pedirán el voto, a fin de mantenerse cuatro años más en el Parlamento, aprovechando las ventajas que ofrece un sistema que premia lo insano y castiga lo correcto.

La irresponsabilidad legislativa es inaguantable e insoportable, sobre todo en estos momentos cuando los guatemaltecos exigen transparencia, honestidad y responsabilidad ciudadana, sobre todo de aquellas personas que piensan que el voto es la llave para alcanzar el poder, la riqueza y la gloria, sin que ello implique el menor compromiso con la nación.