Señor Presidente:

No sé qué le dice su comité de crisis política, pero parece que es insuficiente la interpretación que le ofrecen acerca de la gravedad de los alcances y posibles repercusiones de la situación creada por la manera en que el Ejecutivo manejó lo develado por la investigación de la Cicig y el MP acerca de la estructura criminal de La Línea, y el papel que juega en esta el secretario privado de la vicepresidenta, ahora prófugo de la justicia.


Quisiera llamar su atención al hecho de que la gente no está en las calles solo porque la Cicig demostró lo que era ya vox pópuli. No se moviliza por la desinstitucionalización de la SAT. Lo que ha desatado esta potente reacción ciudadana es el hartazgo; corroborar que son funcionarios del más alto nivel, designados por usted y por su vicepresidenta, los cabecillas de esta red criminal. Lo que tiene a la gente hasta el copete es que sabiendo todo eso, hayan optado por extremar el oficio de salir a tratar de tapar el sol con un dedo.

Esta es una crisis ética y política autogestionada dentro de Casa Presidencial y que está haciendo mella en toda la institucionalidad del Estado. Bien manejada, podría significar un quiebre profundo con los lastres que arrastra nuestra sociedad. Mal manejada, podemos simplemente asomarnos al espejo de nuestro pasado y a las experiencias de otros países para ver los efectos devastadores y de largo aliento que acarrea exaltar la impunidad en una sociedad.

Fue muy impactante ver que no asistiera al acto protocolario con que dio inicio el proceso electoral 2015. Tan simbólico desplante a un TSE que ha jugado bien su papel teniendo tanto en contra, coincidió con la ausencia de los funcionarios clave de los otros poderes del Estado. Eso manda un mensaje muy fuerte acerca de la profundidad de la crisis que enfrentamos.

Es obvio que se apuesta a un escenario donde las movilizaciones ciudadanas se desgasten solas. Que se vayan reduciendo en intensidad y volumen por mera frustración, al constatar que tanto el Ejecutivo como el Legislativo están sordos y mudos frente al sentir ciudadano; peor aún, que pudiendo hacerlo, no le ofrecen a la ciudadanía una salida válida a la crisis, en el marco de la institucionalidad vigente. Les da miedo verse a futuro en los mismos zapatos.

Valga decir que estuvo a punto de arrastrar a personas notables de este país a poner en entredicho sus nombres y trayectorias, con tal de desviar la atención del problema político y ético que atraviesa su gobierno. Les aplaudimos a ellos que hayan rectificado y les solicitamos que se planten junto a la ciudadanía que reivindica su derecho a tener dignatarios y funcionarios probos a cargo del Estado. Ahora y a futuro.

Señor Presidente, no pudo legar ni paz, ni seguridad ni desarrollo. Salvaguarde al menos la institucionalidad. Deje un mensaje claro a los gobiernos que vendrán después. Tres acciones clave, harían todavía diferencia: 1. Mande de una vez por todas la solicitud de prórroga de la Cicig a las Naciones Unidas, sin modificar su mandato. 2. Atienda el clamor social: la vicepresidenta debe separarse del cargo y ser sometida a investigación. Quien nada debe, nada teme. 3. Solicite a los órganos de control del Estado, en particular al Congreso, que asuman su papel en este asunto.

Lo dejaron solo para enfrentar el temporal. Recuerde que en cualquier instante vendrá el siguiente aguacero y hará tambalear lo que queda de su gobierno. La fuerza de la impunidad es implacable y lo está arrastrando. Pregúntese, ¿quién quedará después para tenderle la mano?

 
Publicado el 06 de mayo de 2015 en www.prensalibre.com por Karin Slowing 
http://www.prensalibre.com/opinion/seor-presidente

 

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