¿La hija del General no tiene quién la inscriba?

Frente al pollo por cortar y la cazuela, Zury enmudeció en la cocina de mi madre. Cesó de taconear ipso facto y agrandó el rímel con su risa pícara y característica: “ay nooo, Gladys, por favooor”. Reímos sin excepción. Mi mamá intentaba enseñarle a cocinar.  La niña creció, estaba a un paso del altar (de eso, claro, habría oportunidad). De la misma manera, cuando El General podía, nos daba clases de política y de filosofía.  Desde el colegio, Zury ya lo hacía. Era maestro de maestros, Efraín. Aprendí con sus libros y sus textos, pero nada igualó ponerlo en práctica junto a ellos. Vivimos extensas jornadas de justa dimensión. Sin querer y queriendo,  de cerca y de lejos, nos conocimos más allá de los sueños, de las campañas, de la unión o de la desunión, la cual afloró, cierto, no hay que ser genio, cuando Portillo apareció. Desde el primer instante, dijimos adiós.

El cariño y el respeto se mantuvieron. En el interim, lo demás y el jueves negro del FRG, claro. No se aún qué pasó. Los malos entendidos fueron malos, pésimos. Pero de Zury, lo bueno, sigue siéndolo: su inigualable fundamento a la luz de la verdad y del conocimiento, el temor de Dios, su amor por este pedazo de cielo. Sería capaz de deletrearlo en perfecto inglés, francés y español. Dedicó su vida a ello. No hay nadie mejor preparada. Y los idiomas y el doctorado es lo de menos: fue criada para este tiempo. Guatemala la espera, como también esperó al General en su momento, sin que se diera ese derecho que Serrano supo aprovechar, olvidando lo esencial: que allí llegó de milagro y por asociación, tras el deseo insatisfecho de la población. ¿La moraleja? Para gobernar, señores, se necesita sentir y tener legitimidad, representatividad. Esto para no caer,  te rogamos Señor, óyenos, en la tentación de la tiranía, con la primera calentura del poder.

Podemos llamar a los Licenciados de toga y Campo Pagado. Pero en el país de los ciegos, el tuerto que se logre ver la punta de la nariz -con unos Ray Ban nuevos-es rey.  Así las cosas, prefiero escribir a la luz del sentido común, de la verdad, de la ley.  El artículo 186 de la CPRG, aquí empezaré, pareciera que se concibió con dedicatoria hacia los Ríos (se le aplica solo a ellos).  Esto, de entrada, es una aberración que atenta, entre otras, contra la igualdad ante la Constitución. Peor aún es que se intente castigar a la abuela, al sobrino o a la hija del vecino que se atreva a dar un golpe de Estado. ¿A cuenta de qué, pregunto yo, debe alguien pagar por un crimen que no cometió? Como no tiene sentido, nos explican que lo que intenta dicho artículo es evitar las dictaduras, las dinastías. Lo que pretende evitar es que en el pleno ejercicio del poder se traspase el mando a un familiar cercano.

Dicho lo anterior, es menester indicar que la Constitución actual se publicó en 1985, tres años después de que Ríos-Montt accedió a ser Presidente de un gobierno de facto que no provocó. Ley ex post facto, el artículo 15 de la CPRG explica con claridad que para estos temas la ley no es retroactiva. Esto significa que no se puede juzgar en torno a sucesos ocurridos, previo a la publicación de la Constitución. Aunque está clarísimo,  tal parece que algunos ven micos aparejados cuando conjugan personas y tiempos. Otros piensan que en Constituciones pasadas la norma también se contempló, pero nunca demuestran cuán diferentes fueron los parámetros o la redacción.

Si no se quisiera aplicar, nos vemos frente a otra realidad: el artículo 186 de la CPRG entra en franca contradicción con el artículo 136 de la CPRG y con el artículo 21 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Pro Homine,cuando dos artículos o más estén en discrepancia o discusión, se debe escoger aquel que favorezca a la persona o a la comunidad. Según este criterio jurídico, el derecho a elegir y a ser electo tiene prioridad dentro de la misma Constitución.

Lo expuesto además puede apoyarse con el artículo 21 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, el cual reza que todos tenemos derecho a participar en el gobierno de nuestro país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos. Nótese que al infringir este derecho, no solamente se violan los derechos de quienes quieren ser electos, sino también de quienes quieren elegirlos, digno caso de un gran amparo ante la Corte de Constitucionalidad. ¿O no?

Debido a lo anterior, después de dañar y deambular, a todos los guatemaltecos generalmente se les permite participar. Por esta razón, finalmente, pero a destiempo, se le permitió ejercer este derecho a Ríos-Montt. En situación similar, además, se le permitió sin tropiezo participar a Jacobo Arbenz Vilanova y Sisniega Otero. La misma Zury, después del ajetreo legal, logró salir en la pasada papeleta. ¿Por qué entonces empieza ahora la cantaleta? ¿Por qué deciden actuar,  de nuevo, contra la democracia y el derecho de la población?

Si reflexiono en torno a Ríos, si la describo a nivel personal y la salpico de luz legal, es para intentar llevarle un poquito de la humanidad que de forma y fondo le han intentado arrebatar. La desfiguraron, junto a su padre, de tal manera, que no se soporta  más  difamación, ataque, persecución.  Y aunque los padres de Zury descansan ya en paz, es de grandes demostrar que en Guatemala hay un ápice de madurez y de cordura,  de civilización, de raciocinio político e intelectual. Hay que dejar atrás la arbitrariedad jurídica y el ataque personal. Allí están Pablo Monsanto y Sandra Torres, por ejemplo, confesos o supuestos ex guerrilleros. Allí también intenta brillar Thelma con más de treinta millones de razones en su contra. Sabemos, no obstante, que el imperio de la ley prevalecerá. Sabemos que a la Constitución, a la República y a la democracia nos debemos.  Y sabemos, además, que no es de sabios llevar al límite, a todo un pueblo. La virgen no está para tafetanes, señores. Y la mona quiere vestirse de seda. Así las cosas, comprenderán que Guatemala no permitirá que se le niegue, de nuevo,  el legítimo derecho a elegir y ser electos.


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