“Los datos acerca de las extorsiones son trágicos y preocupantes. Pero mucho más trágicos y preocupantes son las historias de sangre que a diario se escriben en Guatemala por los asesinatos de quienes caen por no pagar a un sicario que, desde la sombras, amenaza por teléfono”.
Los datos acerca de las extorsiones son trágicos y preocupantes. El investigador Walter Menchú, del CIEN, calcula que se denuncia aproximadamente una cada hora. Lo cual implica que han de ser muchas más las que se cometen, porque en ese tipo de pesadillas reina el subregistro. ¿Cuánta angustia cargará la gente en Guatemala por esas llamadas siniestras que amenazan desde las sombras? Angustia de la que muchas veces ni siquiera nos enteramos. No hay país que funcione bajo un yugo tan abominable. Recuerdo ahora mis pláticas con varias víctimas. En mi memoria desfilan las expresiones de desamparo e incertidumbre. Las historias de familias que dejan sus casas y sus pertenencias. Las ancianas que se enferman luego de vivir ese terror. La impotencia frente a una amenaza que no tiene cara ni nombre.
Los datos acerca de las extorsiones son trágicos y preocupantes. Pero mucho más trágicos y preocupantes son las historias de sangre que a diario se escriben en Guatemala por los asesinatos de quienes caen por no pagar a un sicario que, desde la sombras, amenaza por teléfono”.
El calvario por el que ha pasado el gremio de pilotos es inenarrable. Muchos caídos entre sus filas. Mucho dolor. Edgar Guerra, defensor de usuario del transporte público de la PDH, reafirmó ayer que, al año, los maleantes obtienen unos Q300 millones. Demasiado dinero. Lo que se multiplica, para peor, cuando la lista de atormentados se extiende hasta negocios y trabajadores en plena vulnerabilidad, a quienes no les queda otra opción más que pagar para no ser asesinados. Lo ocurrido con esos tenebrosos audios que se filtraron de manera irresponsable a las redes sociales solo sirve para recordarnos que dicho suplicio precisa de una solución pronta y efectiva. Y esta pasa necesariamente por un funcionamiento más sano y confiable de la cadena de justicia. No hablo de una solución fácil. Pero es la única capaz de domar, en un plazo razonable, este flagelo, aunque entiendo que, para aquellos que sufren el acoso de un sicario que les intimida por teléfono, resolver la situación no puede esperar un minuto más.
Han sido notorios los operativos contra las extorsiones que la administración del ministro Francisco Rivas ha ejecutado. También es de resaltar el esfuerzo hecho desde el Ministerio Público con la unidad a cargo de la fiscal Emma Flores. Sin embargo, la embestida criminal rebasa sus alcances y sus logros, tanto por falta de recursos como por la carencia de un sistema que neutralice a los malhechores que son capturados. Al final, todo va a dar a la lucha contra la impunidad que se libra en otras esferas. Porque la facilidad para extorsionar no solo se da entre las pandillas. Sobran los políticos y los mafiosos que hacen de esa práctica su modus operandi. Sea en la aprobación de una ley, en el otorgamiento de una licencia de construcción, o bien en el intercambio de privilegios después de un soborno. Aquí sucede con indecorosa frecuencia la “extorsión de cuello blanco”. Y ha sido precisamente esa la que ha maniatado y cooptado a los órganos judiciales. De ahí la vital importancia de que los procesos por corrupción sean completados con éxito. Inquieta por ello lo que el informe de Human Rights Watch nos viene a confirmar. La estrategia está muy clara: dilaciones y tropiezos procurando ganar por cansancio, con miras a que la actual titular del MP entregue el puesto en mayo del próximo año, y que la CICIG se marche en 2019. Para los abogados defensores de los que han saqueado las arcas nacionales todo se vale. Amparos y recusaciones, en ley, que eviten los juicios a toda costa. Esa es la consigna. Ni siquiera se molestan en negarla o disimularla. Y así, tampoco hay país que salga adelante. En el Congreso, mientras tanto, el cinismo y la perversidad siguen tan campantes, como que no hubiera una ciudadanía al borde de un peligroso hartazgo. Me impactó oír a los diputados Nineth Montenegro, Juan José Porras y Carlos Chavarría coincidir en que es impensable que en la próxima junta directiva del Organismo Legislativo no haya parlamentarios que integren el “Pacto de Corruptos”. Porras hasta llegó a decir que sí pueden encontrarse nueve diputados probos para dirigir la asamblea, pero que jamás obtendrían los votos necesarios como para ocupar esos puestos. Es decir, el hampa gobernándonos y decidiendo qué ley va y cuál no. Lo que se repite en buena parte de los otros dos poderes del Estado. Lo cual trae consigo que nunca logremos avanzar en la agenda de seguridad que tanto reclama la gente.
Lo ocurrido con esos tenebrosos audios que se filtraron de manera irresponsable a las redes sociales solo sirve para recordarnos que dicho suplicio precisa de una solución pronta y efectiva”.
Los datos acerca de las extorsiones son trágicos y preocupantes. Pero mucho más trágicos y preocupantes son las historias de sangre que a diario se escriben en Guatemala por los asesinatos de quienes caen por no pagar a un sicario que, desde la sombras, amenaza por teléfono. Este acoso tan cruelmente canallesco tiene que terminar. No hay país que pueda con tanta angustia.
Publicado por Luis Felipe Valenzuela, el 13 de Noviembre de 2017, en Publinews
https://www.publinews.gt/gt/opinion/2017/11/13/no-pais-pueda-tanta-angustia.html
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