Rara vez escribo sobre coyunturas sino es porque encuentro algo que verdaderamente valga la pena comentar. Este es el caso.
A partir del 13 de septiembre, en el que el Congreso de la República aprobó dos decretos lesivos para la seguridad ciudadana y la lucha contra la corrupción, sectores privados y sociedad civil, han manifestado la necesidad imperativa de una depuración del Congreso.
Un caso de un niño que sufrió quemaduras motivó a que naciera la fundación Corazones Generosos, que tiene tres años de trabajar en favor de personas necesitada y se sostienen con colaboraciones de socios que aportan Q10 al mes.
Después de al menos cuatro días de no laborar por las extorsiones, los recolectores de basura retomaron su labor en la capital, aunque los pilotos de los camiones dicen conducir con temor, a pesar de que los propietarios de esos vehículos debieron ceder a las exigencias de los extorsionistas.
Es uno de los representantes legales de empresa Jireh, S.A., implicada por el Ministerio Público y la CICIG en casos de sobornos para el pago de deudas de arrastre en ministerio de Comunicaciones durante el gobierno patriota.
Una vez más vivimos un shock al sistema. Las acciones de algunos de los “honorables” diputados de nuestra nación no representan en lo absoluto los intereses del pueblo. Los ciudadanos tenemos todo el derecho a protestar en contra y exigir cambios. Pero, un chapuz no es lo que necesitamos.