Publicado por Dina Fernández, el 17 de Julio 2017, por Soy502
De lejos, quien sabe si en alguna terraza de la costa amalfitana o en algún tugurio de Macao, el ex ministro de comunicaciones, Alejandro Sinibaldi, debe haber visto los allanamientos y las 39 órdenes de captura que el MP y CICIG salieron a ejecutar el pasado viernes, como la concreción de sus peores pesadillas.
Seguramente le dieron ganas de protestar por Twitter, como cuando publicamos aquí que le habían inmovilizado tres cuentas millonarias en Suiza.
Le llegó el día a Sinibaldi, con el caso “Corrupción y Construcción”. Esta vez, las imputaciones no son periféricas. No es que haya participado en una “cooperacha” de dinerales para comprarle regalos de mega lujo al expresidente Otto Pérez Molina.
Ahora a Sinibaldi lo busca la justicia por delitos graves: asociación ilícita, lavado de dinero, financiamiento electoral ilícito y cohecho. Por haber cobrado sobornos del 15 por ciento a una larga lista de empresarios, a quienes extorsionó para pagarles obra ya ejecutada y para permitirles participar en nuevas licitaciones de contratos.
Da mucha rabia pensar que en su afán por coleccionar fincas y propiedades, a Sinibaldi no le importó fraguar la destrucción de la red vial del país, con el costo incalculable que ello implica para todos los guatemaltecos.
Los caminos son un bien público. Además de permitir la movilización de personas y mercancías, son la vía de acceso a muchos servicios que abren posibilidades hacia una vida mejor.
Hoy tenemos regiones enteras del país aisladas y empobrecidas, porque llegar a ellas por carreteras en ruinas es demasiado lento, peligroso y caro. A juzgar por la millonada que se robaron en el gobierno del Partido Patriota, todos los afectados le podríamos dar las gracias al “Fisiquín” por el colapso de las carreteras.
Sabemos que Sinibaldi no inventó el cobro de las “mordidas”. Pero llevó esta práctica a tal extremo que la propia Roxana Baldetti criticaba los abusos cometidos en Comunicaciones.
El MP y la CICIG tienen ahora el desafío enorme de probar en tribunales los señalamientos que han adelantado en conferencia de prensa. Por el calado de las acusaciones y de los personajes implicados, hoy más que nunca se juegan la credibilidad en este caso, que es un segundo tsunami.
El reto que tenemos los ciudadanos es incluso mayor, porque va más allá de llevar a juicio a Sinibaldi y sus colaboradores o a otros como él. El problema es que detrás de cada lord de la corrupción, hay 10 o 20 que aspiran a hacer lo mismo.
¿Cómo vamos a evitarlo? ¿Qué cambios legales e institucionales necesitamos ya? ¿Y qué acciones vamos a tomar para reformar nuestra conducta a largo plazo? Esas son las preguntas que todos los guatemaltecos deberíamos estar enfocados en responder.
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