Publicado por el Periódico el 15 de diciembre 2016
http://elperiodico.com.gt/opinion/2016/12/15/bono-de-riesgo/
A la población no le gusta la idea de bonos adicionales para los funcionarios públicos, porque el riesgo de vivir en Guatemala es común, mientras que la burocracia se entiende beneficiada: empleo fijo, prestaciones laborales, ventajas a los sindicalizados es envidiado por la mayoría. Los riesgos son compartidos. Un vendedor que anda de tienda en tienda, exponiéndose a asaltos, extorsión y accidentes, no recibe bono adicional de sus empleadores, salvo excepciones, y quienes trabajan por su cuenta no lo reciben nunca. El anuncio de dichos planes, indistintamente de para quién es, provoca discusión y agita conciencias, porque lo que preocupa es qué tan ligado lo adicional con el merecimiento.
Un ciudadano se aproxima a una ventanilla a realizar un trámite y no tiene DPI, y se enoja porque no recibió asistencia, y luego escucha que le van a dar un algo más a dicho empleado porque sí, y se disgusta. Ese empleado de ventanilla es comprendido como un burócrata, y en él ve la población a todos. O alguien que busca asistencia en un hospital y no lo reciben, o lo dejan en fila expuesto a riesgo de vida.
El bono extra a los agentes del Ministerio Público fue aplaudido por unos y atacado por otros, pero la gente no entiende exactamente cuál es el riesgo que se premia, cuando ven en los noticieros las escenas de agentes persiguiendo al malogrado exfuncionario Pavel Centeno, que se supone actuó azuzado por la sorpresa. No importa en cuántos otros casos la situación haya sido diferente, el pensamiento es porqué premiar a quienes allí se contempla.
Ahora los jueces también quieren su bono de riesgo, porque toman decisiones peligrosas al soltar a delincuentes, liberando a narcos mientras dejan olvidados en sus archivos a los más humildes, a quienes sí se castiga con fuerza y se envía a lo profundo de las prisiones por niñerías. A la peor calaña sí la protegen, porque ellos tienen adquiridos derechos que brillan como el oro. Que se pida más beneficios para los licenciados puede molestar a muchos, porque hasta los buenos sufren por la mala imagen que dan las malas piezas.
El guatemalteco común no tiene aguinaldo, ni prestaciones, ni seguridad laboral y vive en riesgo continuo. Pero quizá no son los funcionarios quienes piden, seamos justos. Lo que pretenden las instituciones de Gobierno es gastarse de un plumazo el dinero que no ejecutaron del presupuesto desfinanciado, para lo cual se adquirieron préstamos, porque no quieren quedar mal en la estadística. Lo ideal sería pagar lo prestado, abonar un poco, quitarnos la carga contraída por gusto debido a su ineficiencia. Según se calcula, los guatemaltecos cargamos cada uno con varios millones de deuda en nuestras espaldas, pero como este año sobró dinero de todo lo que no se hizo, a regalar se ha dicho.
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