“No es un hogar seguro, es como una enseñanza fatal que deben cerrar, porque no sirve estar allí”. María Rodas, de 17 años, consumo de drogas.
El pasado 10 de octubre, cuando se fueron 9 niñas, un delta les abrió el portón —cuenta López— y les dijo que les daba una hora para que se fugaran. Ella se fue a Chiquimula a colocar dos velas al Señor de Esquipulas, por ella y su mamá, presa por extorsión pero espera que salga pronto.
Consumía drogas
María Rodas —nombre ficticio— fue enviada al hogar por ser drogadicta y su madre estaba cansada de que se desapareciera. “Cuando estuve allí fue lo peor, fue la experiencia más fea que pude tener, nomás ingresé me pegaron, tuve que aprender a defenderme, allí se entra de todo, hay cocaína, marihuana, teléfonos, dinero… cualquier cosa es pelea, si usted me cae mal yo le pego, si usted tiene zapatos bonitos yo le pego, se los quito y me los pongo”, describió.
“A las personas que no son de esos perfiles que mejor no las lleven allí, porque salen peor”. Carolina García, de 17 años, rebeldía y fuga.
Añadió: “Cuando ingresé lo primero que me quitaron fue mi ropa, me dejaron desnuda, no tenía nada, solo me envolví en una sábana y así me estuve casi todo el día hasta que conseguí ropa prestada, me quebraron la nariz”.
Refirió que cuando las monitoras las castigan les ponen penas exageradas como hacer mil sentadillas, la ley del diablo —poner la frente en la pared y quedarse rectas por horas— o caminar agachadas.
Agregó que la comida “es fea” y en ocasiones tenía gusanos y que en los seis meses que estuvo allí vio cómo algunas adolescentes “se metían sexualmente” con maestros de física a cambio de drogas o teléfonos, o con el dinero que les dejaban los padres les pedían marihuana a las monitoras.
“Los deltas son bien abusivos porque llegan hasta a pegarnos, nos patean, nos jalaban del pelo, pero a veces como se cansaban de nosotros, nos dicen te doy una hora y te escapas, dejan el portón abierto y nos dejaban ir, eso fue el año pasado”, indicó, y afirmó que nunca recibió tratamiento por su adicción a las drogas.
Crisis
800 niños y adolescentes alberga el hogar
400 espacios es la capacidad del complejo
115 alertas Alba-Keneth había al 31 de octubre
39 alertas han sido desactivadas
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