Publicado por Contrapoder el 27 de octubre 2016
http://contrapoder.com.gt/2016/10/27/cuentos-de-grimm/
No vivimos en Hamelin del medioevo, pero igual se pierden cientos de niñas cada mes. La historia de trata infantil que nos cuentan las alertas Alba-Keneth.

Foto: Luis Soto/Contrapoder
No, no es solo una impresión suya, subrayada por las alertas difundidas en las redes, reportando niñas y jovencitas desaparecidas. En esta comarca se pierden cientos de menores y tan repentinamente como los niños en la historia del Flautista. Y no son cuentos de Grimm.
Son cuentos de trata de menores.
La página de alertas Alba-Keneth de Twiter, reporta 120 menores desaparecidos en 24 días que corren de octubre: 90 mujeres y 30 hombres. La Procuraduría General publica foto, descripción física y lugar donde fueron vistos por última vez. Desaparecen del centro comercial Monserrat o del barrio Gerona o la colonia Atlántida, desaparecen de Playa Grande, de El Astillero en Santa Rosa, de Cahabón, Alta Verapaz, o de San Francisco, Petén. También del Hogar Seguro a cargo de la Secretaría de Bienestar Social. Algunos son bebés con sus caritas regordetas y otras, jóvenes ya maquilladas y en el filo de la adultez; la mayoría entre 10 y 16 años.
“En esta sociedad que reprime la sexualidad de las mujeres, las patojas no pueden decir ahorita vengo, papa, me voy a coger con mi novio”, me advierte con cierta sorna un papá de adolescentes. Un pushito de prejuicio y una pizca de razón tiene. Algunas de las extraviadas se habrán ido por cuenta propia a explorar su sensualidad a algún motel de carretera, a alguna playa, a algún sitio oscuro y propicio.
Una fracción de los raptos reportados a las autoridades, al final resultan falsas alarmas. Patojas que se fugaron con el novio. Patojos a quienes reclutó la mara. Nenas que se pasaron de tragos y durmieron la mona. Chavas que castigaron con un truco Houdini a sus papás. Adictas en racha de consumo. Pleitos de custodia, también habrá entre el saco. Y seguro se sabrá de alguno que otro furibundo guardián legal que así, por medio de la denuncia a las autoridades, ejerce control sobre la hija rebelde –que de todo hay en la viña del Señor–.
Pero ellas aparecerán.
De las desafortunadas, en cambio, no volverá a saberse como no sea porque en algún golpe de suerte las autoridades las rescatan de un prostíbulo o de trabajos forzados. De las ingenuas que se dejaron seducir por ofertas de trabajo glamoroso o un amor de película, de aquellos que quisieron migrar tras la música de una vida próspera, de las que alguien secuestró camino de la tienda, esas se habrán perdido. No se las conocerá más como Lesly o Rosa o Kimberly, pues pasarán a ser mercancía en la red de trata de personas. Objetos que se ofrecen para satisfacción de otros.
El Gobierno guatemalteco rescató a 673 víctimas de trata en 2015, un aumento significativo frente a las 287 en 2014, según el informe anual sobre la trata de personas 2016 de la Embajada de Estados Unidos en el país. Ciento cincuenta y tres menores fueron atendidos en los tres refugios para niños víctimas de trata, y otros 55 recibieron asistencia de una oenegé financiada por el Estado.
Aunque desfinanciada, la Secretaría contra la Violencia Sexual, la Explotación y la Trata de Personas (SVET) realizó modestas campañas para educar a estudiantes y víctimas potenciales, trabajadores de hospitales, funcionarios de aeropuerto, policía de turismo sobre los indicios que deben encender las alarmas.
Por la cantidad de niños que siguen desapareciendo, es evidente que lo que se hace en cuanto a prevención y rescate no es suficiente.
La escala también nos debiera hacer sonar la flauta: este no es solo un problema de adolescentes calenturientas.
Reviso la página de Alba-Keneth y me viene la sensación de leer el cuento del Flautista, en aquella veterana edición ilustrada por María Pascual, y pensar con inquietud: ¿dónde estaban los papás de aquellos niños que se llevó el Flautista? ¿Y dónde los maestros, los policías, el alcalde? ¿Por qué los adultos de Hamelin dejaron así como así que se llevara a los niños del pueblo?
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