Presupuestando el colapso

Publicado por Prensa Libre el 09 de septiembre 2016

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El presupuesto general de malgasto presentado hace unos días es una lamentable prueba de que “mientras más cambian las cosas” más permanecen iguales. Los mandatarios se quieren recetar el incremento más grande en la historia del país manteniendo intacto el sistema tan desprestigiado que nos ha mantenido tanto tiempo al borde del abismo. ¿Será que los actuales funcionarios quieren dar ese paso al vacío para hundirnos todavía más en el colapso?

Primero hicieron la pantomima del “presupuesto abierto”, que no fue más que un show en el que todos los ministros llegaron a presentar su carta a Santa Claus pidiendo recursos para “cumplir” sus funciones. No nos debe extrañar que luego esas peticiones sean utilizadas para argumentar que, a pesar de ellas, el presupuesto se incrementaría “apenas” un 12.8 por ciento.

Considero que, al igual que en el tema del incremento de impuestos, la discusión se debe centrar en lo que han hecho —o por lo menos piensan hacer— para reducir la corrupción y el despilfarro en lugar de perdernos en cuánto se debe incrementar. Si no, vamos a caer en el ridículo de algunos diputados, que ya expresaron que Q9 mil millones es mucho pero que Q7 mil millones podría ser más aceptable. ¿Con base en qué? ¿A cuenta de qué?

Ante tan absurdas declaraciones de algunos diputados, no nos debería extrañar que la estrategia sea una de regateo, en donde al final se incremente el presupuesto unos Q8 mil millones y los del Ejecutivo digan que fueron “sensibles” y aceptaron una rebaja y los diputados digan que fueron “estrictos” y rebajaron los gastos. ¡Sí, cómo no!

Creo que es más que evidente que los funcionarios escuchan venir la tempestad y les viene del norte. ¿No es suficiente ver a tantos funcionarios del régimen anterior en la cárcel o prófugos para entender que las cosas están cambiando? ¿No se dan cuenta de que ya no tan fácilmente le pueden dar atole con el dedo a los guatemaltecos? Pero ellos siguen campantes, como si nada hubiese pasado, o quizá peor, como si ya todo se hubiese resuelto. Pero las cosas distan mucho de haber cambiado.

El presidente llegó hasta el descaro de argumentar que ya se había “recobrado la moral tributaria” y me pregunto: ¿Con cuáles de sus acciones cree él que esto ha sucedido? Hasta donde recuerdo, el único ofrecimiento formal de hacer algo por iniciar un proceso de revisión de la corrupción y despilfarro en el gobierno fue su ofrecimiento de hacer durante el primer semestre de su administración un “censo” de los empleados del gobierno para determinar si había fantasmas ocupando alguna plaza en el Ejecutivo. Ya pasó el primer semestre y el dichoso censo brilla por su ausencia. De lo único que nos enteramos es que querían que les aprobaran un préstamo de unos Q500 millones para realizarlo.

¿Se necesitan Q500 millones para contar cuántas personas trabajan en el Ejecutivo? O sea que, según los funcionarios, deben gastar más de mil quetzales por persona para contarlos. ¡Puede imaginar usted semejante desfachatez! Si realmente quisieran hacer algo al respecto, de seguro podrían realizar cosas más creativas —y sin mayor costo—, como lo que hizo el alcalde de Mixco, quien entregó personalmente los cheques a los empleados a fin de mes, para verificar que existían y qué hacían.

Ni siquiera se debe considerar ampliar en nada el presupuesto hasta que los funcionarios no demuestren que realmente le quieren entrar a cambiar el sistema y reducir la corrupción y el despilfarro. Mientras tanto, mejor que los diputados no hagan nada y que siga vigente el presupuesto de este año. ¡No se deje engañar! ¡No debemos aceptar que aprueben un presupuesto que nos acercará más al total colapso!