Síndrome de la espuma de cerveza

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La herencia del presidencialismo sigue vigente: mal con él, peor sin él.

Así denomino el proceso de franco desgaste del presidente Morales. Alguien electo más por emoción que por argumentos racionales por cerca de tres millones de electores; pero que una vez sentado al frente de su despacho, ha perdido gran parte de ese electorado. Como la espuma, su razón de ser fue efímera. Fue útil para dejar fuera a Baldizón y a Sandra Torres, pero hasta allí. Después, sucedió la desconexión. El huésped se rodeó de una camarilla de cuestionables que le hizo creer lo que no es. Al no estar preparado para las grandes ligas, se creyó lo que le dijeron al oído, perdió piso; el resto es evidente. Del otro lado, las organizaciones sociales y los ciudadanos observaban si el nuevo daba la talla, lo cual no ocurriría; tampoco mostraron mayor interés en respaldar y cubrir los muchos agujeros. Pacto de dejar hacer, dejar pasar.

Aunque día a día nos sorprendemos por la improvisación de la gestión, de antemano sabíamos que era difícil, por no decir imposible, pedir peras al olmo. El más reciente indicador de carencias, es el retiro de la iniciativa de reforma fiscal. Algunos piensan que es bueno corregir si algo tan importante está lleno de vacíos, pero ese paso debió ser previo. No cabe pretexto frente a la muestra de debilidad. La iniciativa del Pacto Fiscal, por ejemplo, suscrito por especialistas, contiene una serie de indicaciones para ir a buen puerto. Nuevamente se le echa tierra a una discusión vital.

Ante el nuevo capítulo de desaciertos, cabe recomendar al mandatario que ponga punto y final a los capítulos de ficción y asuma la realidad de lo que voluntariamente decidió acometer. Claro que no es fácil gobernar, menos bajo un escenario complejo, disímil, volátil y de incertidumbres. Entonces, déjese asesorar, tome en cuenta las múltiples experiencias que diversos guatemaltecos estarían dispuestos a aportar; siempre y cuando, se asuma como gobernante que no lo sabe todo, más bien conoce poco, pero está dispuesto a escuchar, entender y concretar con seriedad. El país, como se ha dejado de manifiesto desde el año pasado, no está para más ensayos, ocurrencias, frases y rostros de buenas intenciones.

Si espacio de maniobra del Gobierno es reducido, lo deseable es atender bien ese metro cuadrado. Si hay decisiones que escapan a su control, ocúpese de lo que sí está en su ámbito. Aunque su presencia parece simbólica, sus errores pesan por lo que también sus aciertos serían de utilidad. La herencia del presidencialismo sigue vigente: mal con él, peor sin él.

El Gobierno no puede seguir en neutro. Es peligroso el contagio del que es víctima. Como sucede con otros sectores, vive según el viento. Ante el imaginario de miedo profundo, se cuida hasta de su sombra. Pero llegó al extremo: el total inmovilismo. Nadie decide, nada se ejecuta, todos son miedos que inactivan. Recursos que no se ejecutan, préstamos que siguen guardados, todo porque algo podría pasar si se da un paso adelante. Mientras eso sucede, ocurre el nuevo despliegue de las fuerzas oscuras que persigue inactivar todo, incluso a las elites tradicionales, a las expresiones que hace un tiempo lucían cierto músculo y las organizaciones sociales que hace un año parecían con vitalidad. ¿Quiénes dan el paso para encender la luz?

Publicado por www.elperiodico.com.gt el 30 de Agosto 2016 por Renzo Lautaro Rosal.
http://elperiodico.com.gt/2016/08/30/opinion/sindrome-de-la-espuma-de-cerveza/

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