Condenados a vivir en crisis

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La administración es un proceso que implica prever, planificar, organizar, dirigir y controlar. A esto no escapa lo privado ni lo público. Y en lo público, quien se muestra con intenciones de llegar a gobernar, antes de hacerlo debe prevenir los acontecimientos posibles para poder enfrentarlos con mayor certeza,  sobrellevarlos y solucionarlos. Pero prever significa tener conocimiento, pues solo de esa manera puede analizarse la situación de cara al futuro y establecer los diferentes escenarios posibles para preparar las acciones que nos ayuden a solucionar cualquier inconveniente que surja.

Está visto que nuestros gobernantes no han cumplido con estos requerimientos técnicos. Muchos han demostrado ser inteligentes, pero para gobernar la inteligencia no lo es todo. Vinicio Cerezo es un tipo muy inteligente y hábil, pero igual cometió muchos errores. Serrano Elías, no digamos, ni siquiera tuvo la capacidad de soportar las presiones de un grupo de diputados corruptos que lo llevaron al colmo de la desesperación y optó por un autogolpe. Ramiro de León Carpio fue un buen procurador de Derechos Humanos, pero no fue capaz de gobernar por sí mismo. Álvaro Arzú se encargó de hacer negocios más que de gobernar. Alfonso Portillo fue incapaz de controlar la situación y fue dominado por el ala riosmontista del partido que lo llevó al poder. Óscar Berger también fue sometido por el sector privado facilitando negocios, pero ninguno para beneficio general. Álvaro Colom, quien quizá tenía mayor conocimiento del Estado, no consiguió tomar decisiones realmente renovadoras. Y Jimmy Morales, con sus apenas siete meses de gobierno, ya da muestras de incapacidad para llevar las riendas del país.

Todos inteligentes, pero poco previsores, malos planificadores y pésimos organizadores. Y el más reciente de todos, aún en el poder, ni siquiera en el área de la comunicación, da muestras de ser hábil, cuando se suponía que era el terreno de su mayor expertise. Se enoja fácilmente ante la prensa, su vicepresidente no da una y hasta deja dudas de cómo pudo llegar a ser rector de la Universidad de San Carlos y de sus ministros ni hablar.

La incapacidad hace gala en todos los sectores de la administración pública. Siete meses después seguimos igual que como nos dejaron Otto Pérez Molina y Alejandro Maldonado. Hospitales sin nada para atender a los pacientes, policías sin recursos para actuar adecuadamente y un sistema educativo sin docentes de calidad e infraestructura en ruinas.

La incapacidad hace gala y, lo peor, es que no se ven luces de que las cosas puedan cambiar en el corto y mediano plazo. Y eso, por supuesto, hace suponer que lejos está que pueda suceder en el largo plazo.

Parece que estamos condenados a vivir en una crisis eterna,  en tanto no tengamos un gobernante de verdad preparado para hacer frente a la situación, con un equipo capacitado y, por lo tanto, con planes fortalecidos y basados en la realidad, tanto de lo que tenemos como de lo que se puede hacer.

Publicado por www.s21.gt el 25 de Julio 2016 por Editorial
http://www.s21.gt/2016/07/condenados-a-vivir-en-crisis/

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