El conflicto entre ambientalismo y tradición

Esto da originalidad, rodean al guatemalteco en la elaboración de sus tradiciones, que parten de su limpieza con el fuego el 7 de diciembre, destruyendo los recuerdos negativos del año, e inicia un nuevo proceso, desde el orden psicológico y antropológico. Contrario están los ambientalistas, que en un sonoro estruendo por defender el entorno, inician una marcada lucha en contra, pero no dicen nada del excesivo consumo de energía y otros recursos naturales, ni tampoco del exagerado uso de máquinas para producir más insumos de beneficio general; y qué no decir de lo que nos llega de otros extremos de la tierra provocado por la contaminación general. El problema no es una tradición, ni la quema del diablo, es únicamente una expresión colectiva que asoma con arrancarse los desagrados y desencantos. Hay que conversar cuáles son los factores con que asoman los mayores deterioros de la naturaleza y por otro lado, coordinar programas para recuperar la vegetación y la utilización de invernaderos con árboles, flores y otros, de uso natural en la estación.

Es el momento de recapacitar. No es con capturar a vendedores de mercados populares como se contrarrestará el problema, sino en brindarles charlas e incentivarles a cómo desarrollar programas acordes a la conservación de los legados naturales y defender el ecosistema. Así conservar el entorno, pero también el uso de materiales que sustentan la identidad. ¿O es que la identidad y conservación del entorno, están divorciados?