Presupuesto para la ingobernabilidad

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En uno de sus actos finales antes de concluir el período para el que fue electo, el Congreso de la República protagonizó anoche un incierto intento de aprobar el Presupuesto de Ingresos y Gastos del Estado 2016.

Dados los antecedentes de una legislatura de triste memoria, esta carrera a contrarreloj no sorprende a nadie. Antes bien, denota la improvisación, la chapucería y la falta de sentido estratégico con que, desde el inicio, se abordó el proceso.

En teoría, el plan de ingresos y gastos estatales debería ser la expresión financiera de los propósitos futuros de la acción gubernamental, intenciones que a su vez deberían propender al desarrollo nacional y reflejar una visión prospectiva de mejora en la vida de los habitantes.

Pero lo conocido ayer por las y los diputados está lejos de haber sido pensado como una herramienta de desarrollo. Por el contrario resulta, a ojos vista, un presupuesto orientado a la administración de la crisis crónica que vive el Estado guatemalteco y, por consiguiente, es una receta segura para la ingobernabilidad.

En efecto, puesto que carece de un proyecto de desarrollo y se mantiene anclado a una visión chata respecto de los montos y el destino de los recursos, es del todo previsible para el próximo período gubernamental una constante demanda social insatisfecha, en los niveles críticos observados a lo largo de 2015.

Panorama poco alentador, agravado por la circunstancia de que será el presupuesto del primer año de un gobierno del cual seguimos en ayunas, respecto de sus propósitos estratégicos.

Como a un dogma de fe, las y los legisladores se aferraron a la idea de “recortar” el presupuesto, sin que la poda de la propuesta del Ministerio de Finanzas Públicas fuese realmente significativa y, sobre todo, sin plantearse seriamente cómo propiciar el aumento de los ingresos estatales.

Cierto es que los márgenes de maniobra en tal dirección son bastante limitados, habida cuenta de la crisis institucional sin resolver en la Superintendencia de Administración Tributaria, y el derrumbe de la disposición de los contribuyentes a cumplir con sus obligaciones fiscales, a causa de los conocidos escándalos de corrupción en los más altos niveles del gobierno.

Aparentemente atrapado en círculo vicioso, en el cual no se puede aumentar los ingresos corrientes por vía impositiva, a causa de la resistencia y la desconfianza de los contribuyentes, así como por la ya anotada crisis de la SAT, se apuesta por la ineficaz fórmula de quitar un poquito aquí para ponerlo allá, sin cortar de tajo los mecanismos perversos del clientelismo y la corrupción.

Se acude de nuevo al endeudamiento interno del que salen gananciosos los únicos que pueden prestarle dinero al Gobierno, aun a riesgo de cebar una crisis financiera, ya no solamente fiscal, de grandes proporciones.

Lo dicho: un presupuesto para la ingobernabilidad.

Publicado el 01 de diciembre de 2015 en www.s21.com.gt por Editorial Siglo21
http://www.s21.com.gt/editorial/2015/12/01/presupuesto-para-ingobernabilidad

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