Paradojas presupuestarias (1)

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Q1.11 a estudiantes y Q40 a privados de libertad.
 
A propósito de la discusión para aprobar el nuevo presupuesto del año 2016, contaminada por intereses inmediatos y rentistas de las principales fuerzas políticas representadas en el Congreso, vale la pena llamar la atención del público sobre temas que en realidad deberían dominar la lógica de la discusión y aprobación del mismo.

De un diagnóstico y propuesta de mejora reciente, realizada por Acción Ciudadana sobre el programa de refacción escolar, en alianza con GIZ y el Ministerio de Educación, se desprende que el Gobierno asigna para cubrir este rubro de gasto un total de Q675 millones, equivalente a Q1.11 por niño en el área urbana y Q1.58 por niño en el área rural. Pónganse a pensar ustedes amigos lectores qué producto puede comprarse con esa ínfima cantidad para satisfacer el objetivo de proporcionar a la población estudiantil de preprimaria y primaria, la ingesta calórica necesaria para que los ciudadanos del mañana absorban de mejor manera los conocimientos impartidos en clase y aumentar los niveles de asistencia a las escuelas.

En otro rubro presupuestario en cambio, observamos que la población reclusa recibe un presupuesto de unos Q120 millones por concepto de alimentación, es decir un gasto diario por privado de libertad de unos Q40 en promedio por tres tiempos de comida. En ambos casos, se trata de alimentos y vemos cómo el presupuesto castiga a la población estudiantil, en tanto es bastante considerado con la población reclusa. Hablamos de una diferencia de más de 3 mil por ciento entre ambas poblaciones, sujetas a programas de alimentación por parte del Gobierno.

Obviamente no estoy planteando el dilema simplista de quitar a unos para darle a otros. Se trata de examinar si el presupuesto como instrumento de desarrollo del país está orientando los recursos a las metas y prioridades nacionales. Guatemala tiene el vergonzoso lugar de ser uno de los países con mayor desnutrición infantil en el mundo, uno de cada dos niños menores de cinco años padece algún grado de desnutrición. Obviamente esta estadística compromete el futuro del país al dejar a millones de niños y niñas que no llegan a cubrir su dieta calórica básica en la famosa ventana de los mil días de vida, en una situación desventajosa pues verán limitadas sus capacidades y potencialidades a futuro.

Ambos rubros presupuestarios además están afectados por importantes niveles de corrupción, aunque con matices muy distintos. En el caso de raciones de comida para privados de libertad hay corrupción que beneficia a altos niveles de Gobierno y que nunca ha sufrido mayor reparo por parte de las auditorías gubernamentales, en tanto la alimentación a estudiantes está afectada por corrupción hormiga a nivel local muy focalizada por tratarse de un programa descentralizado, y muchas veces maestros y padres de familia sufren severas auditorías y sanciones por mal manejo de fondos de entre Q500 y mil quetzales.

El Q1.11 asignado para la refacción de niños y niñas es todavía menos si como constatamos este año solo Q368 millones de los Q657 han sido entregados realmente. Los dos años anteriores tampoco se cumplió con dotar la totalidad de fondos asignados, lo cual contrasta con la asignación de fondos para la comida de la población reclusa, que siempre se cumple con la asignación respectiva.

Es obvio que las prioridades no están con los niños y niñas. Quizá lo más triste de esta situación sea que la refacción escolar no es atractiva para los señores diputados pues en ella no ven negocio alguno por tratarse de un programa autogestionado, cosa que contrasta con las licitaciones millonarias para alimentos de los privados de libertad. Ahora preguntemos ¿Por qué no se discuten estos temas en el Congreso?

 
Publicado el 01 de diciembre de 2015 en www.elperiodico.com.gt por Manfredo Marroquín
http://elperiodico.com.gt/2015/12/01/opinion/paradojas-presupuestarias-1/#

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