
El “costo” real de esos casos es la vida humana. Y eso es lo que debemos condenar.
El asesinato de una guatemalteca, de un guatemalteco, sea por ausencia de medicamentos, sea porque hubo una acción directa, o una omisión de una acción de salud –como en el caso de los enfermos renales– no se paga simplemente con dinero; se paga con la propia vida.
Y eso es lo que debemos estar condenando de las acciones de las “estructuras”, sea en el IGSS, sea en el Ministerio de Salud. De hecho, no solo condenar, sino también presionando para que, de ser encontrados culpables, los acusados sean condenados con las penas más severas.
Pero esa actitud por la cual pareciera causar más preocupación “el dinero” saqueado por los corruptos que las vidas afectadas, en realidad también dice mucho acerca de nosotros mismos en cuanto sociedad.
Tenemos, de alguna manera, trastocadas nuestras prioridades.
Por eso considero importante retomar la parte medular del tema de la corrupción, la cual es una violación a la vida misma más allá de las millonarias cantidades que danzan en ese ritual macabro de “los ciudadanos y cotizantes pagan, y las altas autoridades que llegan al poder por amiguismo, clientelismo y compadrazgo, se roban el dinero”.
Quien violenta una vida por medio de la corrupción está violentando la vida de todos los guatemaltecos. Quizá hemos perdido de vista en el horizonte de problemas que “la defensa de una vida es la defensa de la vida de todos”, y que el ataque a la vida por medio de la corrupción “es el ataque a la vida de todos los guatemaltecos”.
Será cuando entendamos que el “costo” real de la corrupción va más allá del dinero, y que nos arranca la vida, y que ese costo en vidas es impagable, irresarcible, irreparable e insondable para los deudos.
¿Qué tal si seguimos los efectos de las acciones de los corruptos y las cuantificamos, pero en vidas dañadas no en dinero? El tema de corrupción aquí se vuelve un caso de destrucción a una Nación y trasciende la cuenta de unos millones de quetzales; total, ese dinero siempre lo volvemos a reponer y a pagar varias veces y con creces, pero la vida no.
La corrupción en Guatemala es un crimen de lesa humanidad. Según el Estatuto de Roma, un acto de este tipo es uno “carente de humanidad y que cause severos daños tanto psíquica como físicamente y que además sean cometidos como parte de un ataque integral o sistemático contra una comunidad”.
El ataque más grande que sufrimos hoy los guatemaltecos es el de la corrupción, y hasta que dejemos ver a los actores de esa maldad como simples “ladrones de dinero” y los hagamos responsables por las vidas perdidas, hasta entonces entenderemos por qué la lucha contra los corruptos no solo es la correcta, sino que significa nuestra propia sobrevivencia como Nación.
La corrupción es un ataque a nuestras vidas. Es la nueva forma de exterminio.
Publicado el 11 de noviembre de 2015 en www.s21.com.gt por Estuardo Zapeta http://www.s21.com.gt/era-libertaria/2015/11/11/corrupcion-versus-vida
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