El ex Secretario Privado de la Vicepresidencia, Juan Carlos Monzón Rojas, busca una negociación con la Fiscalía. (Foto; Wilder López/Soy502).
No lo mataron y él tampoco encontró una manera de refugiarse en alguna playa de Brasil, donde pudiera borrarse del mapa de las autoridades internacionales, de sus antiguos jefes y del recuerdo de los guatemaltecos.
El ex Secretario Privado de la Vicepresidencia, Juan Carlos Monzón, se entregó a la justicia la mañana del 5 de octubre de 2015, cuando le faltaban pocos días para cumplir seis meses como prófugo, luego de que se le acusara de ser parte de la cúpula de la red de defraudación aduanera conocida como La Línea.
“La verdad se sabrá”, anunció Monzón, “pero señor juez, garantíceme la vida”.
A diferencia de la primera declaración del otro cabecilla de La Línea, Salvador Estuardo González, quien sin justificarse ni despotricar contra nadie expuso lo que sabía ante el tribunal, las palabras de Monzón fueron enigmáticas y aportaron poca información nueva.
El ex militar ofreció disculpas por haberse involucrado en la estructura pero en lugar de aceptar plenamente su responsabilidad, como lo hizo González, sin excusas ni justificaciones, adoptó un tono paternalista y hasta arrogante. “Así es la política”, dijo varias veces.
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Monzón acusó a los empresarios de defraudar y echó rabias contra los medios de comunicación. Hay corrupción en todos los gremios, eso ya lo sabemos, y eso no disculpa a nadie de tomar decisiones equivocadas, menos a él que era la mano derecha de la ex vicepresidenta y estaba llamado a trabajar por el bien común, en lugar de servir de gestor particular de negocios y fraudes.
Todo indica que Monzón lo que busca es negociar con la Fiscalía un trato que lo convierta en colaborador eficazy que le garantice protección, para él y su familia.
¿Qué ofreció a cambio Monzón? La parte de la historia que no dijo González. Según el ex Secretario Privado, la versión de González es cierta, pero está incompleta, pues como buenos expertos en inteligencia, compartimentaban la información. Lo que hace falta, aseguró, lo sabe él.
También dejó entrever que no excusará a sus antiguos jefes, Otto Pérez y Roxana Baldetti. Monzón aseguró que sólo siguió instrucciones y que todo lo que hizo estaba en conocimiento de la entonces pareja presidencial.
Monzón sí tiene moneda de cambio. Era él quien repartía el dinero correspondiente al 61% de los ingresos de La Línea. Además, también cae de su peso que sabe mucho más acerca de los negocios que se hacían en la cúpula del Ejecutivo, quiénes se beneficiaban de ello y cómo lavaban el dinero el expresidente y la ex vicepresidenta.
La intención de Monzón es salvar el pellejo. Muy bien, si es así debe demostrar que se lo merece, que está dispuesto y puede proporcionar información que de verdad aporte al proceso y contribuya a luchar contra las redes de impunidad y corrupción, que él conoce a fondo y de las que fue parte.
No es la primera vez que Monzón se ofrece a negociar. Veremos ahora si la información que entrega es suficiente para que el MP diseñe un acuerdo aceptable para el juez Miguel Ángel Gálvez, quien tendrá la última palabra en este asunto.
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