Las abominables historias que se esconden atrás de las cifras (poco más cinco mil niñas menores de 14 años convertidas en madres durante 2014) nos hablan de una sociedad enferma de violencia, de machismo y de ignorancia.
Nada hay que justifique la violación sexual, de ninguna persona. Pero menos tratándose de niñas, como las que dan pié a estas reflexiones. Porque, no nos engañemos ni permitamos la condescendencia con falaces argumentos culturalistas: todas esas niñas fueron víctimas de violación sexual.
Violaciones que no solamente son agravios a la integridad física, moral y espiritual de las víctimas, sino también vulneración de su derecho a ser niñas: se las obliga a ocuparse de una función social, la maternidad y la crianza de otro ser, cuando aún su desarrollo físico, psicológico y espiritual no se ha completado.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF), correspondientes también al año 2014, poco más de la cuarta parte de los peritajes relativos a agresiones sexuales se realizó en niñas y niños menores de 12 años.
El INACIF reportó, para ese año, la realización de tres mil 198 reconocimientos médicos a niñas de entre 5 y 14 años de edad, víctimas de delitos sexuales. El 79 por ciento de esos reconocimientos fue practicado a niñas en edades de 10 a 14 años, precisamente cuando ya pueden ser fecundadas.
No extraña, pues, que haya un informe tan dramático como el presentado ayer por UNICEF y Plan Internacional.
Como bien señala el Informe Anual Circunstanciado del Procurador de los Derechos Humanos, presentado en enero pasado, las niñas con un embarazo prematuro son afectadas en su desarrollo, violentadas en su dignidad humana e integridad física y emocional.
A ellas se les quebranta su proyecto de vida, su proceso educativo y su salud integral, además de ser un riesgo para su salud sexual y reproductiva (puede incluso ser un factor de muerte prematura) y tiene consecuencias generacionales, pues reproduce las condiciones de exclusión y pobreza, añade el informe del PDH.
De manera que nadie debería quedar impasible frente a esta dramática realidad: no hablamos de números, sino de niñas a quienes se les niega el derecho a ser niñas.
No puede haber primavera en un país en donde se arranca de forma tan brutal sus flores más tiernas. Aquí hay una razón profunda para mantener la indignación.
Publicado el 25 de septiembre de 2015 en www.s21.com.gt por Editorial Siglo 21 http://www.s21.com.gt/editorial/2015/09/25/defensa-flores-mas-tiernas
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