La petición fue unánime: la renuncia de Otto Pérez Molina. Con banderas, tambores, mantas y pañuelos, las y los guatemaltecos caminamos desde diversos puntos para encontrarnos todos en la plaza central, que a partir de ahora debiera llamarse la plaza de la dignidad. Bajo el sol y luego bajo la lluvia, la multitud permaneció hasta la medianoche, sin dejar de corear ¡Fuera, fuera!, aun y cuando se corrió la noticia de que el (todavía) presidente se negaba a renunciar.
El discurso del domingo 23, cuando el señor Pérez llamó a la confrontación, tuvo una respuesta contundente, su pedido sobre que se manifestara la Guatemala profunda fue respondido y en más de 17 departamentos hubo movilizaciones para pedir su dimisión. El absurdo chantaje que quiso realizar al aludir a que son los sectores urbanos y clase-medieros los que no lo quieren, quedó superado por la realidad que se estrelló en sus narices, en la plaza había gente de todo tipo y color. Y esa es nuestra principal fortaleza, la unidad.
Pero no solamente la multitudinaria manifestación fue motivo de esperanza, también el impecable rol del juez Miguel Ángel Gálvez durante las audiencias en el proceso que se le sigue a la exvicepresidenta Roxana Baldetti en el Juzgado B de Mayor Riesgo. Sin apartarse de lo que dicta la ley y con una claridad jurídica envidiable, hizo prevalecer la justicia y nos devolvió —en parte— la fe en el sistema. Incluso la argumentación utilizada por el juzgador respecto a por qué la exfuncionaria debía ser trasladada a la cárcel de Santa Teresa fue perfectamente explicada y sustentada conforme a derecho. Hay que agradecerle al juez Gálvez que pese al peligro que corre en un país como el nuestro, nos brinde esta lección de lo que significa la independencia judicial, porque todo hay que decirlo, esa ha sido su trayectoria de vida.
A esto hay que sumarle la decisión de la Corte Suprema de Justicia de dar trámite al segundo antejuicio contra el señor Pérez y la enjundia de la diputada Nineth Montenegro que posibilitó que la comisión pesquisidora del congreso (así con minúsculas) se reuniera para conocer el expediente y terminara por dictaminar que debe retirársele la inmunidad.
La lección más importante de la semana pasada es el valor de la unidad y de la movilización, nada de lo que hemos visto sería posible sin la gente en la calle. El señor Pérez se sigue haciendo el sordo, como la gran mayoría de diputados, y además continúa con el cinismo en sus declaraciones, pero tiene claro que este país ya despertó.
Publicado el 01 de septiembre de 2015 en www.prensalibre.com por Marielos Monzón http://www.prensalibre.com/opinion/mis105votos
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