Vote, no lo bote

Ahora más que en cualquier otro proceso eleccionario, surge la pregunta ¿por quién voto? En las reuniones en algún momento surge esta interrogante. En lo personal he vivido esta experiencia, hay personas que se me han acercado con esta pregunta, muchas con el genuino interés de conocer un poco más para orientar su decisión, otros con el deseo de confirmar o expresar sus sentimientos y otros más en la búsqueda del “oráculo” que ilumine sus decisiones.

Estas tres posturas sólo son una muestra de las diversas actitudes que asumimos cuando debemos tomar decisiones. Hay quienes buscan datos e información antes de actuar y para ello investigan, leen, preguntan para después sacar sus propias conclusiones y actuar en consecuencia.

Otros identifican las emociones que les producen las diferentes opciones y en consecuencia deciden. Qué candidato les da la mejor “vibra”, cuál “parece buena gente”, cuál es más guapo o bonita, quién “habla mejor” o cualquier otro parámetro que le produzca sensaciones agradables instantáneas.

Y por último –en este ejemplo- están quienes prefieren que les digan qué hacer ya que la situación es tan compleja como para asumir la responsabilidad de la decisión.

Ante la pregunta ¿por quién voto? Mi postura –por lo general- ha sido explicar la situación política y los procesos jurídicos aún pendientes de resolver como los antejuicios a los candidatos, el rechazo de las inscripciones a otros y las alianzas partidistas.

Si usted quiere tener información para decidir por quién votar mi consejo es el siguiente:

Analice las promesas “electoreras” y compárelas con las acciones “politiqueras”. Los planes de gobierno son como las listas de buenas intenciones de año nuevo, se promete de todo y se cumple nada o muy poco. Así que mi consejo es que compare esos “buenos deseos” con la realidad.

Es decir, ¿qué propone el candidato presidencial y qué han hecho sus bancadas en el Congreso? Por ejemplo: todos le dirán que combaten la corrupción, entonces ¿cuántos se han opuesto a aprobar más préstamos? ¿Cuántos han votado en contra de presupuestos sin candados? Y si realmente quiere ser exigente ¿cuánto diputados han denunciado la corrupción en el mismo Congreso y en el listado geográfico de obras? Esto le ayudará a comparar las propuestas “politiqueras” con las acciones ¿a qué le va a creer más?

Minimice el daño o maximice el beneficio. Ante estos dilemas lo aconsejable es identificar en cuál tipo de situación está, en una de daño o una de beneficios. Después evalué en el largo plazo cuál opción resulta más provechosa, aun si hablamos de daños debemos pensar a futuro cuál opción es la menos dañina. Esto al menos le dará tiempo y una probabilidad de cambiar las cosas para mejorar. Si por el contrario su elección es entre bienes, lo más prudente es elegir la opción que mayores beneficios le ofrezca en el largo plazo. En el caso donde la elección es entre un bien y un mal no hay mucho que pensar, si es sensato elegirá el bien.

Divida el poder entre las alcaldías, diputados al Congreso y Presidente, a través del tiempo hemos constatado que concentrar el poder en una persona o grupo de ellos es el camino seguro al abuso del poder y el totalitarismo. Ejemplos hay muchos, los nazis en Alemania, los chavistas en Venezuela, los priistas en México por sólo mencionar a algunos. Así que divida el poder de su voto en las papeletas.

Los candidatos politiqueros le dirán que “necesitan un Presidente fuerte con una mayoría en el Congreso para lograr impulsar los proyectos en beneficio del país”. Mi respuesta a eso es que realmente necesitamos pesos y contrapesos con instituciones sólidas, ciudadanos comprometidos con su futuro que apoyen propuestas que limiten el poder del mandatario. Que no lo asusten con esa idea del voto en línea, en última instancia es menor el daño cuando hay parálisis legislativa que cuando hay “legislorrea”.

Ahora bien si usted “siente” que ya decidió su voto, tal vez sea inútil tratar de convencerlo de que haga un mínimo análisis de su decisión, ya que siempre tendrá “razones” para justificar su voto aunque en el fondo sepa que no hay ninguna.

Si usted quiere que los demás le digan qué hacer y por quién votar sin hacer el mínimo esfuerzo en analizar lo que le digan, no se asombre de los resultados que obtenga en su vida con esa postura.

Elegir cómo votar es una de las muchas decisiones que tendremos que hacer, pregúntese como va por la vida eligiendo y actuando en consecuencia. Al final de esta historia, usted decide si actúa responsablemente y razona su voto o si por el contrario lo bota.

Publicado el 18 de agosto de 2015 en www.republicagt.com por María Dolores Arias
http://www.republicagt.com/opinion/vote-no-lo-bote/

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