Debate y competencia electorales

El debate constructivo y la competencia leal y en igualdad de condiciones son los elementos clave para que unas elecciones sean justas y transparentes.

En función de un debate constructivo, a mediados de la semana pasada, en un hotel capitalino representantes de una veintena de partidos políticos que compiten en las elecciones generales (presidenciales, legislativas y edilicias), que se celebrarán el 6 de septiembre de 2015, firmaron un pacto de no agresión, a instancias del Tribunal Supremo Electoral (TSE), cuya finalidad es garantizar una campaña electoral transparente, limpia, pacífica y honesta.

Los partidos políticos, entre otros compromisos, se obligaron a desarrollar actividades dentro del respeto y la ética, evitar campañas negras, litigios judiciales sin fundamento, promover la difusión de planes de trabajo y no utilizar bienes del Estado.

Si bien este esfuerzo del TSE es encomiable y laudatorio, lamentablemente la realidad es que el debate electoral, que se traduce en la discusión o confrontación entre ideas y proyectos diferentes, dista mucho de ser constructivo en el actual proceso electoral. Por el contrario, los candidatos, en vez de discutir con argumentos en un marco de respeto y tolerancia, están recurriendo a todo tipo de subterfugios, maledicencias y acciones deleznables. Incluso, se ha observado una intransigencia irracional y una insoportable hipersensibilidad a la crítica y al cuestionamiento, al extremo que los candidatos y partidos no solo se atacan y agreden entre ellos, sino que buscan afanosamente silenciar y denigrar a los comunicadores, periodistas y medios de comunicación que propician el intercambio de ideas y el cuestionamiento abierto.

Casualmente, los partidos y candidatos que cultivan el voto clientelar, basado en intercambio de favores (dádivas, asistencialismo, plazas en la burocracia, negocios, privilegios, dinero, materiales de construcción, bolsas de alimentos, comidas gratis), por votos, son los más agresivos, abusivos, ofensivos, coléricos e intolerantes. La propaganda del odio es su divisa, su bandera.

La competencia leal y en igualdad de condiciones tampoco se está propiciando y garantizando durante el actual proceso electoral. Por un lado, la propaganda electoral es falsa, engañosa y demagógica; busca capturar a incautos y no convencer con planteamientos, programas y proyectos. Por otro lado, la competencia no se está dando en igualdad de condiciones, porque el TSE no está haciendo nada para que se respete el límite máximo de gastos de campaña electoral, fijado en Q58 millones 200 mil. Por tanto, los partidos y candidatos con más dinero son los que están teniendo mayor capacidad para promoverse y ganar el voto ciudadano. De ahí que se esté dando pábulo a una competencia desventajosa, inequitativa e injusta. En fin, una plutocracia perfecta.

Publicado el 16 de junio de 2015 en www.elperiodico.com.gt por Editorial El Periódico
http://www.elperiodico.com.gt/es/20150616/opinion/13786/Debate-y-competencia-electorales.htm

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