Expulsar a los “vivos y transas” y retomar el rumbo de nuestra sociedad

El vivo Chapín, tiene un efecto nefasto antisocial…
 
El sueño de Guatemala es un sueño raro. Pensábamos que éramos grandes en 1821 cuando nos independizamos de España, porque en 1989 iniciamos el camino en democracia, y en elecciones libres y transparentes, Vinicio Cerezo fue electo presidente. Pensábamos que éramos grandes porque en 1996, nuestro entonces presidente Álvaro Arzú, facilitó la posibilidad de firmar la paz con la guerrilla, y pensábamos que éramos grandes, por estar más cerca del socio más importante del norte en comparación con los otros países de Centroamérica.

Hay muchos países que no se creen tan grandes, no se engañan, sino que construyen sobre los avances y dan prioridad al bien de las mayorías sobre los intereses particulares o sectoriales.

Los niños y jóvenes, crecen escuchando como si fuese una estrategia para el éxito de la vida: “el vivo vive del tonto y el tonto vive de su trabajo”. Los corruptos nos llevaron al fracaso institucional y del sistema político, algunos dicen que no dio para más, pero no fue porque carezcamos de leyes de primer orden, instituciones, normas de control de peso y contrapeso, sino porque se llenó de mucha gente mala, funcionarios públicos en función de intereses mezquinos.

Un escritor argentino Marcos Aguinis, en su libro El atroz encanto de ser argentinos, analiza la viveza criolla de los bonaerenses. Lo peor, dice es que esta “viveza” tan estúpida, personificada por la dirigencia política, ha producido subproductos humanos: oportunistas, vividores, privilegiados a sueldo. Alimentó una inequidad social que, si bien existió siempre, nunca fue tan abismal como en la ultima década.

El vivo Chapín, tiene un efecto nefasto antisocial, destila resentimiento y envenena el respeto mutuo. Sus consecuencias son trágicas, no solo en el campo moral, sino en los demás, incluso de gran impacto en el económico (ejemplo el descalabro de la SAT y las mafias en las aduanas). Pone en evidencia una vanidad con pies de barro, un afán de superioridad a costillas del prójimo y una energía que se diluye en acciones estériles. Son estos, los conocemos, sabemos donde están, a quienes con un sentido de urgencia tenemos que defenestrar del ejercicio de la gestión pública a futuro.

Los guatemaltecos tenemos que cambiar nuestros comportamientos reemplazando la cultura de la ilegalidad por el trabajo, porque el país no puede avanzar sin trabajar. Hay que cambiar la corrupción por la honestidad, el individualismo por la solidaridad, la anarquía por el respeto a las normas –el Estado de derecho– y, en definitiva, la viveza por la inteligencia, para que nuestra Guatemala sea un país honorable y próspero.

Publicado el 09 de junio de 2015 en www.elperiodico.com.gt por Carmen L. Salguero Ruata
http://www.elperiodico.com.gt/es/20150609/opinion/13509/Expulsar-a-los-%E2%80%9Cvivos-y-transas%E2%80%9D-y-retomar-el-rumbo-de-nuestra-sociedad.htm

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