Estas demostraciones representan un valeroso desafío ciudadano contra los gobernantes, funcionarios y políticos en general que han venido usufructuando el poder público durante los últimos 30 años, sin importarles el interés general y el bien común. Los manifestantes exaltados y empoderados no se limitaron a pedir la renuncia del presidente Otto Pérez, sino que expresaron con vehemencia su rechazo a la clase política, especialmente a aquellos de sus representantes más relevantes que pretenden ser ungidos como gobernantes y autoridades a través del voto clientelar, basado en el intercambio de favores, ventajas y beneficios a cambio de votos y apoyo político-electoral.
El votante clientelar no es un verdadero ciudadano, porque su voluntad ha sido cooptada, no tiene conciencia política, carece de autonomía personal y no es dueño de su destino. Es un individuo que se ve a sí mismo como necesitado, en una dimensión de deficiencias, carencias y marginalidad, que espera que los demás velen y actúen por él; que no tiene confianza en sí mismo y permite a otros adueñarse de su vida; en fin, un individuo que no tiene iniciativa propia y no asume responsabilidades ni riesgos.
Los indignos clientes creen que el Estado es un ente paternalista que les debe pagar y regalar todo lo que necesitan para subsistir, y no un conjunto de instituciones que generan las condiciones necesarias para que todos los habitantes del territorio nacional puedan convivir pacíficamente en un ambiente de libertad, igualdad, respeto, justicia y seguridad jurídica, trabajar y emprender, así como desarrollarse integralmente y alcanzar la felicidad por sí mismos.
Son ciudadanos quienes no delegan la responsabilidad de su bienestar en otros, sino que la asumen con confianza en ellos; son aquellos que se imponen de los problemas y los solucionan con entereza y carácter, comprenden que no hay nada gratis y que deben esforzarse y sacrificarse para conseguir algo; y, sobre todo, que entienden que la construcción del bien común es tarea de todos y que esta no debe entregarse a mercenarios o mercaderes de la política.
En todo caso, percibo que en Guatemala está emergiendo una genuina comunidad de ciudadanos que ha perdido el miedo a los usurpadores del poder y a sus instrumentos represivos; una comunidad de ciudadanos que está dispuesta a ejercer el autogobierno y participar activamente en el manejo de la cosa pública. Sin duda, esta nueva actitud puede ser detonante de un mejor futuro.
Publicado el 18 de mayo de 2015 en www.elperiodico.com por Mario Fuentes Destarac http://www.elperiodico.com.gt/es/20150518/opinion/12585/Los-ciudadanos-contra-los-pol%C3%ADticos.htm
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