No queremos “normalidad”

Entusiasma atestiguar cómo se expande la conciencia de los capitalinos; inspiran los gestos y actitudes en las calles y ya no solo de la Ciudad de Guatemala. El civismo con que se han desarrollado las movilizaciones resuena en todos lados: pacíficas, ordenadas, con una energía positiva que hace recuperar el aliento. ¡No todo está perdido!

Ojalá, además, hayamos aprendido con nuestra movilización que cuando los conciudadanos del área rural se manifiestan es porque tienen una razón para ello; que si traen su voz a la Ciudad no es para molestarnos, es porque el poder aquí se concentra y así como nosotros queremos ser escuchados, ellos también. Que tenemos que ser oídos juntos, porque nos unen más cosas que las que nos separan. Que son otros los enemigos del desarrollo y las oportunidades para todos. Sí, esos que han usufructuado del Estado a nuestras costillas, y los que quieren seguir haciéndolo; los que vemos y los que todavía no vemos pero que confiamos que la Cicig y el MP pronto comenzarán a mostrar.

Ojalá nos quede grabado en el “chip” que solo la organización y la movilización de todos es la que permite hacer una defensa efectiva de nuestros derechos individuales y colectivos. Si estos aprendizajes logran traducirse en puentes entre sujetos urbanos y rurales, en alianzas estratégicas, en nuevas prácticas, en menos desconfianzas, tal vez podamos todavía liberar al Estado de sus captores y hacer uno mejor. Unir fuerzas en torno a una agenda contra la corrupción y la impunidad.

No sé si las movilizaciones de estas semanas hubieran sido posibles si meses antes la magistrada Claudia Escobar no nos hubiera insuflado valentía con su determinación de no dejarse cooptar por los traficantes de influencias. He pensado mucho en ella estos días; en cómo la bravura de una persona, el ejercicio pleno de su capacidad de agencia, siembra ejemplo y práctica para muchos más. Ella, como ejemplo reciente, mas no el único: Pienso en los comunitarios de La Puya, de Barillas, de tantos lugares que están en conflicto por ejercer su ciudadanía activa.

Pienso también en los magistrados del TSE. ¿Por tímido que parezca su actuar, qué tal si hubieran sido complacientes con el poder, como lo fue la magistratura anterior? No lo fueron: cada multa impuesta, cada suspensión hizo mella en nosotros; sumó capital a nuestro despertar de conciencia. Vemos que sí hay otra clase de gente en el país que se puede ocupar de la política y la conducción del Estado.

¿Qué queremos que signifique la renuncia de la señora Baldetti? Es evidente que desde la perspectiva de ciertos actores, su salida es una válvula de desfogue que contiene situaciones que podrían ser todavía peores para la gobernabilidad. Pero a la mejor fue poco y llegó tarde.

Nosotros queremos que su renuncia sea el principio, no el fin del proceso. Que se investigue y se haga justicia. Queremos liberar al Estado de las mafias que lo tienen capturado.

Si esta es nuestra agenda, no podemos detenernos ahora. La limpieza de la cloaca apenas comenzó. Podemos ayudar a la Cicig y al MP a acelerar el paso si pasamos de movilizados a formar un movimiento ciudadano plural que converge en contra de la corrupción. Un primer tema es definir cómo hacerlo sin violentar la legalidad. Hay ya múltiples ideas brotando por todos lados. Pronto cuajarán.

El establishment quiere enterrar la crisis política; que las cosas regresen a la “normalidad”.

Pero aquí volvieron “normal” la transa y la porquería. ¡Y de eso, no queremos más!

Este sábado 16 de mayo ¡Todos a la Plaza!

Publicado el 13 de mayo de 2015 en www.prensalibre.com por Karin Slowing
http://www.prensalibre.com/opinion/no-queremos-normalidad

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