Sin lucha no hay paraíso

La marcha del 25 de abril, convocada bajo la consigna #RenunciaYa, motivada por los actos acumulados de corrupción de este gobierno de Otto Pérez Molina (OPM) fue el clímax de una crisis política que tiene en la lucha contra la corrupción su rostro más visible, pero que tiene otras connotaciones que conviene no olvidar.

1. La marcha en sí misma es una manifestación de que las clases medias regresan al escenario político y a las calles, lo cual es de suyo positivo.

2. Que las redes sociales hayan sido el principal vehículo movilizador, confirma lo que ya es un fenómeno mundial: lo poderosas que pueden ser como herramientas de política y ciudadanía. Tal parece que el maridaje entre clases medias y redes sociales ya es un hecho politológico.

3. Lo segundo, fue que los prejuicios fueron temporalmente pospuestos. Si bien la convocatoria comenzó inicialmente entre algunas damas de clase media —y por ello muchos la objetaron inicialmente— la rabia era tan generalizada, que hubimos de hacer causa común contra el descaro del Gobierno.

4. Después de esto, OPM tendrá que salir por la puerta trasera de la Historia. Ojo, el pacto de dominación sufrió heridas, pero no de muerte.

5. La principal característica de la marcha del 25-A fue su pluralismo, diversidad. Allí estaba desde un grupo de monjas y religiosos hasta los del movimiento LGBT. Desde la extrema derecha (ya sabemos quiénes) hasta Daniel Pascual. Desde académicos hasta empresarios, desde dueños y directores de medios hasta reporteros, estudiantes y profesionales. En fin, que aquello fue una fiesta cívica. Pero política.

6. En efecto, la ansiedad de los organizadores originales, fue siempre por la apoliticidad de la marcha, la cual es legítimo en tanto se evita la manipulación partidaria, pero la concentración, sus motivos y sus consecuencias son por completo políticas.

7. Significa que la falta de dirección política de la marcha es tanto su ventaja como su debilidad. Si se mantiene sin dirección se diluirá o atomizará. Si consigue establecer una dirección política, se convertirá en movimiento pleno y la pregunta es: ¿Cuál va a ser su agenda?

8. Ya se demostró que la lucha por la transparencia en la gestión pública unifica, pero falta ver si el tema de la “pistocracia” (Quique Godoy dixit), o la impunidad en la justicia, que deberían ser las próximas batallas, también lo hace.

9. El peligro de la falta de dirección política es que varios actores poderosos intenten controlar desde adentro o afuera al movimiento. Ya que si pasa de la indignación a la transformación, el castillo de naipes sobre el que grupos mafiosos y plutocráticos sostienen su poder tambalea. Se viene la Asamblea Constituyente.

10. Ya estamos viendo, por ejemplo, al Cacif y magnates que fueron responsables de llevar a OPM al poder, de tomar distancia con rapidez para efectos de “control de daños” y vestirse de primera comunión.

11. En resumen, el detonante de la crisis fue si la Comisión Internacional contra la Impunidad (Cicig) se quedaba o no, lo cual el Gobierno no deseaba, dado que expresa los intereses económicos y posiciones políticas de un pacto de dominación tradicional oligárquico-militar, que terminó confrontándose con una línea más moderada y moderna proveniente del Gobierno de Estados Unidos, el que les pasó la factura.

12. Por lo anterior, la profecía retadora de Dina Fernández: “Lo peor que podría pasar es que no pase nada” se convirtió en que ahora “le toca a la gente”, y así toca también soñar alto: la refundación del espíritu de la nación y del Estado.

Publicado el 30 de abril de 2015 en www.s21.com.gt por Álvaro Velásquez
http://www.s21.com.gt/dialogo-critico/2015/04/30/sin-lucha-no-hay-paraiso

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