Portillo y Llort, dos gánsteres

XGuate

Sylvia Gereda

En el escrito comentaba que el fenómeno Portillo no debe despreciarse. Mucho menos cuando uno de los dirigentes de uno de los Gobiernos más corruptos de la historia regresa, luego de ser condenado en Estados Unidos por lavado de dinero, creyéndose el hijo pródigo y 6 de cada 10 guatemaltecos confiesan que votarían por él si se postulara como candidato a diputado.

Quizás uno de los capítulos más oscuros fue el protagonizado por José Armando Llort, un salvadoreño de 30 años, fracasado y sin carrera, que en su juventud fue “coyote” de café y vendió autos robados a amigos y parientes. Sin embargo, su gloria llegó en el momento en que conoce a Portillo, y le ofrece financiamiento de campaña.

En pocos meses, Llort era presidente del Crédito Hipotecario Nacional y se recetaba sobregiros sin respaldo de más de Q55 millones para sus empresas y allegados. Portillo era parte importante de esta red junto con Napoleón Rojas y Jacobo Salán —del Estado Mayor Presidencial—quienes retiraban millonarias sumas de dinero de las bóvedas del banco todas las semanas y las llevaban a la residencia del presidente, según relataron varios testigos del caso. La acusación en Estados Unidos contra Portillo resaltaba incluso, cómo con este dinero se realizaron compras de varios bienes, incluido un costoso reloj.

Muchos de los amigos de Llort, como Rodrigo Lainfiesta, quien años después sería contratista del Estado sindicado de corrupción, también se vieron beneficiados por sobregiros.

Lo recuerdo como que fuera ayer.

En pocos meses, Llort adquirió un lujoso yate Sea Ray bautizado como El Cafetalito, helicópteros, vehículos de lujo y amasó fortuna.Incluso se involucró con narcotraficantes como Byron Berganza, a quienes luego delató y pararon en prisión al igual que Portillo.

“Con los fondos sustraídos del banco se pretendía fundar el Banco del Milenio, donde Portillo y su secretario privado Julio Girón, serían socios de Llort”, según el Ministerio Público (MP).

Luego de estos incidentes se inició uno de los años más terribles para el periodismo. Mi equipo de investigación y yo fuimos amenazados por Llort y también encañonados; los matones viajaban en carros con placas registradas a nombre de su finca.

Lo más irónico, y de lo que me enteré mientras las amenazas arreciaban, fue que la razón de estas intimidaciones no eran las publicaciones del desfalco millonario. Más bien, Llort intimidaba porque creía que teníamos fotografías de las prostitutas que había contratado en una barra show de Miami —a quienes pagaba más 10 mil dólares con fondos del banco— a cambio de que viajaran con él y los más altos funcionarios de Gobierno en su yate por las costas de los Cayos de Belice. Lamentablemente, esas fotografías jamás nos llegaron, pero pasamos agrios momentos.

El día de aquella amenaza, cuando me pusieron una pistola en la cabeza mientras salía de la universidad, me dijeron: “No sigas escribiendo de Llort o te quebramos”, me vi obligada a llamar a Portillo a su residencia para advertirle que serían demandados. Días después, Llort era destituido y salía prófugo por el desfalco de más de Q200 millones al banco y por lavado de dinero. Por supuesto, vivió como rey en una mansión en San Salvador.

Esta es solo una pequeña parte de la historia que jamás debe olvidarse y que seguiré contando en mis próximas columnas.

Publicado el 09 de abril de 2015 en contrapoder.com.gt
http://contrapoder.com.gt/2015/04/09/portillo-y-llort-dos-gansteres/

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