El regreso de Alfonso Portillo

En este panorama, se debe cuestionar la forma de hacer política partidista en el país, dado el poder que se le asigna al regreso de un político cuya culpabilidad fue comprobada. No porque él sea el primer o el único presidente corrupto o criminal de nuestra historia, sino porque la expectativa de su reincorporación al país hace más evidente el descontento en la población que pasa a asignarle una posición de líder redentor.

En este escenario, ¿hasta dónde influirá el poder de un líder como Portillo, en los procesos de radicalización en el interior del país, que son consecuencia de las políticas económicas de las elites nacionales e internacionales? Y ¿cómo analizar este poder sin caer en los análisis derechistas, libertarios y distorsionados del populismo?

Hasta el momento solo se puede especular. Lo que el regreso de Portillo signifique para el escenario electoral y para las demandas de la población se sabrá en un mes. Lo realista, es no ver a Portillo como la salvación ante los problemas que ahogan al país, él mismo sabe que no tiene una varita mágica para dirigir los desafíos nacionales presentes.

Este momento histórico que vive Guatemala, hace recordar a Argentina en la década de 1960, cuando el regreso de Juan Domingo Perón se veía como la solución. Pero al retornar Perón el 20 de junio de 1973, se tornó violento al enfrentarse fuerzas de derecha e izquierda del peronismo, terminando en la Masacre de Ezeiza.

Finalmente, las preguntas que no pueden obviarse son: si ¿Alfonso Portillo regresa como un ciudadano civil o como un político activo? Si regresa para incorporarse, ¿qué debates está dispuesto a empujar? ¿Cuál es su orientación ideológica? Y, ¿a qué viene dispuesto?