El peor año en la capital

La violencia metropolitana sube.
En el discurso sobre su tercer año de gobierno, el presidente Otto Pérez Molina le dio las gracias a “la mayoría silenciosa” que según él, y algunas encuestas, sigue aprobando su gestión.


¿De dónde salen esas personas tan arrastradas que le dicen a los encuestadores que todo en el país va maravillosamente? ¿Existen o se las inventan?

Los guatemaltecos tendemos a ser pesimistas. Con los gobernantes somos inmisericordes y nos cuesta mucho reconocer que alguien –cualquiera– hace algo bien. Por eso se me hace tan difícil creer que haya personas que en realidad califiquen bien a la administración naranja.

Los gobernantes son indulgentes consigo mismos –dicen que nos limitamos a ver “el punto negro en la pared blanca”–, pero por mucho que me restriego los ojos, yo sigo viendo una pared derruida con brochazos de cal.

Examinemos, por ejemplo, la seguridad, el área que más celebran los Patriotas. El ministro Mauricio López Bonilla es sin duda el funcionario que mejores resultados puede presentar al término del tercer año.

Como viene sucediendo desde 2010, el penúltimo año del gobierno de la Unidad Nacional de la Esperanza, UNE, la tasa de homicidios por cien mil habitantes bajó nuevamente en el país.

Durante cinco años seguidos, este indicador ha descendido con consistencia y eso es una buena noticia, pese a que tenemos todavía una tasa de 31.6 homicidios por 100 mil habitantes, lo cual nos ubica entre los países más violentos del mundo.

Sin embargo, una tasa de 31.6 es mejor que las 47 muertes violentas por 100 mil habitantes que llegamos a tener en 2009, en la cúspide del horror.

Ahora bien, ni Pérez Molina ni López Bonilla pueden dormirse en esos laureles, porque según ha advertido Mendoza en su último informe sobre la violencia, el último trimestre de 2014 fue especialmente sangriento en el área metropolitana.

Por primera vez, desde 2010, la tasa de homicidios subió en la ciudad. En la capital, 2014 terminó con 75 homicidios por cada 100 mil habitantes, mientras que en 2013 el dato fue de 69 por 100 mil habitantes.

Este repunte de violencia en la región metropolitana requiere de toda la atención del equipo del ministro López Bonilla, pues el combate a la criminalidad ha sido una lucha ardua de varias instituciones, donde los ciudadanos no podemos tolerar retrocesos.

La fiscal general, Thelma Aldana, también está llamada a poner especial atención en la coordinación de sus peritos y fiscales con la Policía, porque sin trabajo en equipo interinstitucional, los avances, por pequeños que sean, resultarán insostenibles.

Demasiadas familias guatemaltecas han sufrido –y sufren todavía– las consecuencias de estos años siniestros, donde hemos llorado más muertos que países sumidos en guerra.

De más está decir que el legado del Partido Patriota –y los resultados que pueden esperar en las urnas– dependen del estado en que logren entregar la seguridad ciudadana.

El ministro López Bonilla tiene ante sí un reto enorme. Las especulaciones sobre su futuro están a la orden del día. Hay quienes aseguran que algunos partidos de oposición estarían dispuestos a mantenerlo como Ministro.

Otros dicen que renunciará a su posición –dejando en un brete a Pérez Molina– y que buscará una curul. De hecho, no faltan quienes afirman que en algún giro inesperado de la fortuna, acabará de candidato presidencial.

Pero cualquier especulación cuelga de los índices de violencia y la forma en que estos afecten las percepciones y el discurso político.

En la capital, 2014 fue malo para el combate a la violencia, el peor año del último quinquenio. Muchas sonrisitas, pero los naranjas tienen una opción: remontar si no quieren empezar a oír la grilla ensordecedora, hastiada, de una mayoría que reprueba.

Publicado el 19 de enero de 2015 en www.elperiodico.com.gt por Dina Fernández
http://www.elperiodico.com.gt/es/20150119/opinion/7309/El-peor-a%C3%B1o-en-la-capital.htm

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