¿Qué sería de la vida sin los recuerdos? Gracias a la memoria sabemos quiénes somos; renovamos pasiones y prevenimos tragedias. Pero muchas veces tropezamos con la misma piedra. Como si nubláramos el pasado; como si no nos importara repetir errores. Un Estado fuerte jamás permite el olvido. Los recuerdos colectivos nos aproximan a la realidad más que a la historia consignada a los libros. Pero acá olvidamos cosas como: Prevenir con educación. Las refacciones escolares. La educación sexual en las escuelas. El rebosamiento de los establecimientos destruidos por el terremoto. Las penurias de los primeros egresados del bachillerato en educación. La seguridad ciudadana. Reparar carreteras. La discusión al interno sobre la legalización, regulación o despenalización de la droga. Los migrantes infantiles varados en un agujero legal. Los damnificados que aún siguen viviendo en “albergues temporales” (años después). Una ley de atención al repatriado. Los bloqueadores de celulares para prevenir extorsiones desde los centros carcelarios. Los nuevos tramos del Transmetro para desahogar el caos cotidiano. La tragedia diaria de asesinatos a pilotos, ayudantes o pasajeros. Los resultados de decenas de consultas populares en torno a minería.
Olvidamos la corrupción en los puertos. Las armas robadas a la Policía. Los caballos que se compraron para patrullar el Centro Histórico. Los responsables intelectuales de la masacre en el kilómetro 169 (Alaska). La sobrevaloración de vacunas. Las alacenas repletas de medicamentos vencidos. Seguir el “gran impacto” de los jóvenes que compartieron con una familia “pobre”, junto con el equipo de Gobierno. La baja ejecución del Ministerio de Desarrollo Social. Fiscalizar el destino de los bienes confiscados. Conocer el impacto de los pactos del ENADE en seguridad alimentaria y educación. El Anillo Periférico. Los edificios de vivienda popular. Los miles de empleos ofrecidos en la última campaña. El supuesto resultado de las fuerzas combinadas. La oferta de recuperar los barrancos para espacios de recreación. El mantenimiento del Aeropuerto. El vacío de autoridades en La Antigua Guatemala. La preservación del patrimonio nacional. El abandono del Conservatorio y las Bellas Artes. El rescate del lago de Atitlán. El rescate del lago de Amatitlán. ¡Cuánta promesa!
“La lucha contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido” (Milan Kundera). ¡No condenemos al naufragio lo vivido!
Publicado el 19 de diciembre de 2014 en www.elperiodico.com.gt por ANABELLA GIRACCA http://www.elperiodico.com.gt/es/20141119/opinion/5044/La-nave-del-olvido.htm
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