La política social en rojo

Uno de los temas por los  que será recordado este gobierno es por haber terminado de destruir la poca capacidad que le quedaba al Estado para cumplir con sus responsabilidades en materia de desarrollo social. Me recordé de una columna que escribí hace ya más de un año, donde intenté esbozar algunos elementos acerca de cómo comprender qué es el desarrollo social y cuál es el espectro de acción del Estado en este ámbito, afirmando que el mismo va mucho más allá de lo que conocemos como caridad o del asistencialismo. Significa dirigir el esfuerzo del Estado —y sus recursos— a forjar un tejido social más robusto y saludable, para que cada ciudadano y ciudadana encuentre condiciones y oportunidades para realizarse, y así poder contribuir a su vez a hacer de este, un país cada vez más digno para vivir

Referí en esa columna cinco tipos de política social que me parecían relevantes para las circunstancias de Guatemala: las más obvias son las dirigidas a ampliar capacidades humanas y dignificar condiciones de vida: salud, educación, vivienda, agua y saneamiento; las que protegen frente al riesgo y la incertidumbre; las que tienen como propósito reducir brechas de desigualdad y eliminar barreras de acceso a oportunidades; las políticas que afirman la diversidad humana y favorecen la pluralidad de pensamiento y convicciones; y aquellas destinadas a reparar el tejido social dañado, tendiendo puentes de comunicación y comprensión entre ciudadanos y comunidades, y desarrollando mecanismos para la convivencia y la resolución de conflictos de manera pacífica.

Pareciera ser que se hubieran propuesto, exprofeso, hacer exactamente lo contrario: los servicios públicos de salud han terminado de colapsar; los indicadores educativos van en pronunciado retroceso;  más allá de la reconstrucción en San Marcos, solo sabemos que se dan subsidios para vivienda, sin que nunca se cuestione si esa política ha reducido efectivamente el déficit acumulado o es simplemente solo otro instrumento más de la política clientelar. Con el agua y el saneamiento, ni Hambre Cero logró que se avanzara a pesar de ser un componente supuestamente priorizado. ¿Qué resta decir sobre ese  tema? Que satanizando los hábitos alimenticios de los más pobres tampoco mejorarán los indicadores de desnutrición crónica.

Y si usted siente que no le afectó la desidia extrema en la gestión de los servicios públicos, porque no los usa, yo le pregunto: ¿Quién le respaldó cuando su seguro médico —si lo tiene— no quiso pagar la cuenta del hospital, aduciendo cualquier pretexto? ¿Logró cubrir el colegio de sus hijos o le retuvieron las notas hasta que tuvieran “solvencia” de pago? ¿Cómo le fue con la hipoteca o con el alquiler? ¿Le tocó vivir a salto de mata? Si solo entendiéramos que las funciones del Estado no son solo para los pobres; no todo se trata de dar dinero o una bolsa de alimento. Las funciones de rectoría, regulación y control son tan vitales como la prestación directa de servicios. Pero parece que en el gobierno ni enterados están. Con sus acciones vaciaron la política social de contenido. La volvieron innombrable.

De todos los faltantes, lo que más se siente es la total carencia de protección social para la niñez y la juventud. Niños y niñas que emigran solos; que son víctimas de redes de trata o vendidos para saber qué propósitos. Jóvenes sin oportunidades,  o aprendiendo más bien que estas solo se gestan en el marco de la corrupción y los ilícitos. Terminando su vida a temprana edad, para satisfacer la avaricia de otros.

No solo nos han endeudado materialmente, nos quieren embargar el futuro.

Publicado el 09 de diciembre de 2014 en www.prensalibre.com por Karin Slowing
http://www.prensalibre.com/opinion/La-politica-social-en-rojo_0_1263473887.html

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